Tesh - Infeliz reencuentro

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—Lárgate, Gideon.

—Qué mierda de recibimiento, Tesh —escupió su nombre con voz de barítono.

El aludido le fulminó con la mirada. Lucía un aspecto que en otra época se habría considerado descuidado: La corbata del traje negro estaba desanudada y se había soltado los primeros botones de la camisa. Hoy en día, en cambio, pasaba desapercibido entre los jóvenes universitarios que abarrotaban el local. "Está rodeado de humanos y la única que ha percibido su verdadero ser ha sido la pequeña Ariadna". Ya había conseguido espantar a su presa y poco le quedaba para arruinar su plan a largo plazo. Algo que le encantaría al recién llegado.

—No me digas que le has echado el ojo a una de ellas —Gideon miró a su alrededor con curiosidad, analizando con ojos dispares a la clientela. La transformación no siempre salía bien, y a él le había afectado parte de la vista, oscureciendo uno de sus iris azules al negro obsidiana—. O tal vez a la que acaba de marcharse.

Sonrió con arrogancia, sabiendo que había dado en el clavo. “No puede descubrirlo”, si lo hacía, la situación empeoraría. Había conseguido interceptarlo a las puertas del bar, pero no podía impedirle el paso. Puede que tuvieran que pelear y a Tesh no le gustaba luchar. Podía notar la avaricia brotando de los temibles ojos de Gideon. Nunca le había caído bien. Era de los que se jactaban de sus víctimas en comunidades inestables más allá de las fronteras impuestas por los mortales. Hacía tiempo que un cazador tendría que haberse encargado de él, sin embargo, provenía del mismo linaje que el líder de su comunidad, en la capital. Era un miembro valioso. "Necesario, por desgracia".

—Acabo de saludar al enano de Luka —comentó Gideon con falsa indiferencia.

—No le llames así —repuso, con la cólera agujereando su estómago vacío—. Lo han nombrado Kral del distrito sur, ése es su nuevo nombre. Podría castigarte por impertinente.

—Que se atreva —la ira brillaba en su oscuro iris, desafiante. Se le notaba ansioso por empezar una pelea—. Ya no puede tocarme, me han ascendido —replicó con suficiencia.

“No hay nada como darle un palo afilado a un loco borracho y dejarlo suelto entre la multitud”. No sabía lo que sus superiores se traían entre manos para darle más poder a Gideon. "Nada bueno, seguro". El vampiro avanzó y Tesh lo detuvo con su cuerpo, mucho más menudo en comparación. El recién llegado cambió de posición, apenas perceptible para los posibles observadores, pero más que evidente para él.

—Creía que la última vez dijiste que la ciudad era suficientemente grande para los dos —le recordó Tesh, con los brazos cruzados sobre el pecho—. Me lo prometiste.

—Y lo es, mantengo mi palabra de no matarte. El maestro no me lo perdonaría. —Se inclinó para susurrarle, aunque no era necesario con su oído perfecto—. Sé que eres su favorito.

Tesh se quedó completamente quieto, tratando de evocar alguna acción con el que inmovilizarle si no tenía más alternativas. A pesar de la diferencia de edad, Gideon era el más rápido y experimentado de los dos. A él, por el contrario, tan solo le consideraban un plumillas inofensivo. "Si al menos tuviera una daga..."

—Cálmate, ya me voy. —Le dio un golpe en el hombro que trató de ser amistoso, ofreciéndole una tregua que nunca había sido real—. Pero no pienso quitarte el ojo de encima, hermano.

Memorias de sangreWhere stories live. Discover now