Capítulo 3: Las primeras invocaciones son...

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Después de encontrar la supuesta reliquia legendaria, estaba lo bastante fastidiado como para tomar algo de éste lugar realmente en serio.
De alguna extraña forma acabé durmiendo en un sofá no muy cómodo. No tiene nada que ver con haberme deshecho de cajones y baúles repletos de camisetas y mercancía de la Orden de los Héroes, los cuales Anna había guardado celosamente hasta el punto de olvidar en donde los había dejado. Para nada.

Un buen rato antes del amanecer, desperté con cuidado y decidido a encontrar una biblioteca, asi que anduve caminando sin rumbo fijo por el interior de los cuarteles.
Cuando por fin hallé un sitio con libros, comencé a buscar algunos que me dijeran sobre los héroes de aquellos mundos, quienes arriesgaron sus vidas con tal de asegurar un mejor porvenir.

Aún si tuviera toda la motivación del universo para leer, no encontré mucho que fuera especialmente interesante, salvo algunas deidades draconicas y los escudos de armas  de muchos reinos. El aburrimiento y la falta de sueño empezaba a cobrarme factura, por lo que en pocos momentos caí dormido sobre un libro abierto.

Cuando la mañana por fin llegó, la princesa Sharena, más animada que el día de ayer, despertó a su hermano, a Anna y por supuesto, a mi.
¿Cómo me di cuenta de eso? Intenten dormir mientras son sacudidos enérgicamente entre risas y risas de alto volumen por una chica rubia.

—¿Siempre hace eso?— pregunté con un bostezo y con un cojín en mano, siendo casi arrastrado junto al resto del grupo hasta llegar a las ruinas.
Justamente en donde aparecí cuando llegué aquí.
—Pasa mas seguido de lo que piensas, Marcus.— respondió Alfonse conteniendo lo mejor posible un bostezo, mientras caminaba en el frente.
Eché un vistazo al horizonte, por alguna razón el viento soplaba grácil hacia las ruinas, como si nos empujara para llegar mas pronto a aquél sitió.

—Sharena, ¿para que hemos venido hasta aquí?— preguntó Anna con algunos mechones de su cabello aún enmarañado.
Sharena sacó un pequeño bulto de entre sus ropas, que estaba envuelto en una especie de pañuelo, revelando así de su interior la *valiosa* reliquia legendaria, la Breidablikk.

La joven princesa era la única que se hallaba en su uniforme de la Orden a diferencia de su hermano y la pelirroja, quienes estaban en su pijama, aunque Alfonse contaba con un cobertor envolviéndolo como si de una capa se tratase.
Por mi parte, sólo tenia una camiseta de manga larga y un pantalón oscuro de mezclilla, lo mismo que tenía desde que llegué.

—¿Cómo que para qué? ¡Tenemos a nuestro poderoso invocador y encontramos la Breidablikk, vamos!— Habló Sharena con una amplia sonrisa y radiante de energía.
—Despiertenme cuando lleguemos.— Me recosté en suelo, poco importaba que se tratara de tierra o pasto, con una simple almohada me bastaba para dormir.

*  *  *

Terminé rodando de a poco hasta llegar al centro de aquel ruinoso lugar, cerca del árbol de cerezos donde conocí a Anna.
Todo se veía igual que el día anterior, salvo por la ausencia de aquel soldado con lanza, de él no había ni rastro que nos dijera a donde se fue.

Sharena puso la reliquia en mis manos y retrocedió junto a los otros con mi cojín bajo su brazo, todo el grupo esperaba con ansias como espectadores junto al árbol, protegiéndose del frío gracias al cobertor de Alfonse.
—Más les vale que cuiden esa almohada con su vida,  ¿entendido?— exclamé sin girarme hacia ellos, haciendo un gran esfuerzo por contener un bostezo.

Fijándome bien en la Breidablikk, realmente se trataba de una pistola, más era bastante difícil apuntar con ella por su peso.
No es que hubiera sujetado algún arma de fuego antes, pero si tuviera que usar alguna, definitivamente ésta sería mi ultima opción.

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⏰ Last updated: Jul 16, 2019 ⏰

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