Four

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Los Banshee, los Phantom, los Spirits y demás naves sobrevolaban el espacio aéreo hereje; listos para toma la última fortaleza del Covenant. Los Élites se habían reunido entrono al Inquisidor, un pequeño discurso antes de la batalla para animar a sus soldados, muchos perecerían en aquella ciudad sin embargo, su sacrificio no sería en vano.

–¡Hoy fracasará el Covenant! –levantaba su espada en señal de rebelión–. ¡Sanghelios será libre!

Muchos Élites levantaron sus espadas de energía al escuchar aquel grito de guerra, estaban convencidos que esa batalla resultaría en un imperioso triunfo para los Herejes.

Los Sangheilis siguieron por detrás al Inquisidor, dando palabras de aliento a los Grunts y Jackals que también los seguían, ese día sería inolvidable para todos y cada uno de los habitantes de Sanghelios... inclusive para cierto Spartan.
Aún más atrás, Locke y Halsey seguían las tropas terrestres.

–¿Sabes lo que hice para crear a los Spartan? –su mirada subió hasta el rostro descubierto del moreno–. Era un bien mayor lo que quería.

Aunque su voz sonase arrepentida, aunque sus gestos delataran que estaba arrepentida... Locke no pudo creerle.

–Doctora no hay tiempo –se enfrentó cara a cara con ella, la desesperación lo dominaba.

Iba a replicarle nuevamente, pero la científica se le adelanto.

–Cortana está basada en una matriz de mi mente –dijo seria, mirando los ojos oscuros de Locke–: el Dominio le da un poder increíble.

Abrió la boca, más ninguna palabra pudo salir en ese momento.

Tenía unas ganas enormes de ahorcar a la anciana sociópata que estaba frente suyo, no tuvo el valor –o tal vez estaba exhausto mentalmente como para llevarse ese recuerdo a batalla– en ese instante, tan solo resoplo. Su mirada al frente, viendo como sus compañeros caminaban entre las filas de los Élites, su única opción era ganar esa batalla o todo estaría perdido.

–Entiendo –fue lo único que pudo decir antes de volver a tomar su camino, el tiempo no era su aliado en ese momento.

Camino un par de metros antes de que Halsey le volviese hablar.

–¡Spartan Locke!

Su grito desgarrador, como el de una madre perdiendo a su hijo... el Spartan se detuvo girando lentamente a verla.

–Detenla. Pero por favor –suplico con la mirada perdida–; haz que John vuelva a mí.

Oh, por supuesto que Locke se aseguraría de eso.


I.


–Noventa segundos para inserción –anuncio uno de los Élites acercándose al grupo de Spartans.

Tanaka sonrió por eso, mirando a su compañero de armadura grisácea.

–... y que Buck invite la primera ronda cuando volvamos –rió al ver como la expresión del castaño cambiaba radicalmente.

Buck tan solo se alejó de sus demás compañeros de escuadrón mientras se ponía su casco, negando con la cabeza para admirar el paisaje de guerra que les esperaba sobre la costa de Sunaion. Afuera había algunos Élites y por sus expresiones no había nada bueno.

Los Spartans miraban como las Naves aliadas disparaban sin tregua, las plataformas que estaban sobre el mar ardían y se desplomaban; los gritos eran opacados por los motores de las Naves.

Dirty DealsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora