i. el anillo.

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DRACO SE ENCONTRABA en el despacho de Dumbledore, relatándole tanto a él como al resto de profesores lo sucedido.

Lo último que hubiera imaginado era despertar con una larga melena rubia, una diminuta cintura y un pecho impropio de un chico. Llevaba alrededor de diez minutos admirando a la persona que se encontraba en el espejo, en teoría, él. Su respiración se comenzaba a acelerar, se podría decir que el pánico comenzaba a hacer presencia en él.

Tocaba repetidas veces las puntas del pelo, el cual llegaba fácilmente a la parte baja de su espalda. Notó como su cara se había vuelto más delicada, aún así con ciertos rasgos característicos suyos. El pijama que llevaba le quedaba notablemente grande y largo, su altura había descendido al menos un par de centímetros. Comenzó a tocar con desesperación su estómago, brazos, torso, piernas... Se detuvo en seco, mirando horrorizado el reflejo de su ahora persona. La chica que reflejaba mostraba el aspecto temeroso y pálido del que la noche anterior era un atractivo Draco Malfoy.

—No, no, no —dijo, volviéndose a asombrar al escuchar el tono de su voz. Era aterciopelada, aguda pero sin llegar a ser molesta—. ¿Qué mierda ha pasado?

Se obligó a sentarse al borde de su cama, nunca había agradecido tanto tener habitación propia. Respiró profundamente un par de veces, intentando averiguar cómo podía su aspecto haber cambiado tanto. La puerta sonó, un golpeteo que indicaba visita al otro lado de ésta.

—Draco —la voz de Zabini se escuchó—. Se hace tarde.

Malfoy quería esconderse, salir de ahí como fuera posible. Escuchaba el aporreo del moreno en la puerta, consiguiendo que su nerviosismo aumentara.

—Vete, ya bajo luego —había intentado agravar su voz, haciéndola sonar un poco a la suya.

—¿Estás bien? Suenas raro.

El rubio se maldijo, ¿acaso no entendía que quería que se fuera?

—Vete —volvió a repetir, esta vez un poco más fuerte.

El contrario accedió y se marchó. Draco soltó el aire retenido cuando sintió los pasos de su amigo alejarse. Debía salir de allí y hablar con Dumbledore, suponía que aquel viejo inútil podría servir para algo, pero antes debía buscar la manera de ocultarse.

Buscó entre su ropa alguna prenda que fuera suficientemente pequeña para él. Ella. Encontró al final del armario un pantalón, no recordaba haberlo dejado allí pero suponía que tenía un par de años por el tamaño y altura. Se despojó de la ropa que llevaba en ese momento, quedándose mirando el pálido y delgado cuerpo del que ahora era portador. Volvió a suspirar. Los pantalones que había elegido le quedaban un poco grandes aún, pero aquello era mejor que lo llevado puesto antes, su capa fue luego, la cual arrastraba un poco y salió.

Ahora se encontraba en aquel cuerpo femenino sentado frente a aquellos viejos ojos claros que lo miraban con diversión. El barbudo caminó con lentitud por la estancia. Por desgracia, la calma que el contrario portaba no se la había contagiado a el joven Malfoy.

—¿Hay algo nuevo en tu vida? —preguntó el director con una ceja alzada—. Algo que haya podido provocar esto.

El rubio... La rubia se tensó, algo dubitativo en sí contarles o no.

MALFOY BECOMES A GIRLWhere stories live. Discover now