—La verdad, Malfoy —pronunció el profesor Snape desde la esquina izquierda.

Draco se desplomó contra la silla, dejando su buena postura atrás.

—Potter —contestó—. Le vi un anillo hace algunas semanas y estaba solo en la biblioteca ayer en la tarde. No me resistí y lo tomé. ¿Es eso lo que causó esto?

—¿Qué anillo, señor Malfoy? —habló McGonagall por primera vez desde que había llegado.

El menor sacó de su capa un sencillo anillo de plata y lo colocó sobre la mesa. Los presentes callaron, conociendo perfectamente el anillo que el alumno poseía. Dumbledore se sentó frente a él por primera vez luego de un largo rato, suspirando con pesadez.

—Ese anillo —comenzó a hablar el director—, ese objeto que llevas contigo es el anillo de Mutatio, uno de lo objetos más poderosos y, a su vez, vengativos que el mundo mágico conoce. Se me hace extraño que alguien como usted no sepa de su existencia.

—Entonces, me está diciendo que el anillo me ha convertido en... esto —la joven rubia juntó ambas cejas con confusión—. Pero, ¿por qué no le ha hecho nada a Potter?

El viejo barbudo dió una palmada y se puso en pie para tomar el anillo entre sus manos. Draco se preguntaba cómo era que alguien mayor como él tenía esa energía y agilidad.

—A eso quería llegar, joven Malfoy, el anillo fue creado por ciertos alumnos hace varios años que consiguieron hechizar el anillo para que solo los alumnos no pertenecientes a la casa Slytherin puedan poseerlo sin problema alguno.

La larga melena de la rubia se movió a modo de negación.

—¿Cuánto tiempo tengo que estar así? —preguntó con desesperación—. Podéis hacer algo, ¿verdad? —El silencio volvió a adueñarse de la estancia—. ¿VERDAD?

—No sabemos con exactitud cómo deshacer el hechizo —habló Dumbledore—, tiene alguna especie de forma exacta que aún no se ha podido encontrar. El anillo llevaba años desaparecido por lo que la búsqueda del contra-hechizo se había dejado de lado.

—¿Entonces estaré así hasta Salazar sabe cuánto?

—Prácticamente, sí —contestó el director sin duda.

El rubio que ahora portaba un aspecto y cuerpo femenino se desplomó contra la silla, con ambas manos sobre sus ojos y respirando con dificultad, al borde de sufrir ataque de nervios.

—Por el momento, deberíamos ocultar que usted es el joven Malfoy —opinó McGonagall— y enseñarle a comportarse como una dama.

—Por favor, no me obliguen a llevar falda —suplicó el Slytherin.

La potente voz de su jefe de casa se escuchó en el lugar:

—McGonagall tiene razón, Malfoy, deberás aprender todo eso a menos que prefieras contárselo al resto de alumnos.

El rubio negó con terror.

—No, no quiero eso.

—Entonces —saltó Dumbledore—, deberías empezar cuanto antes. Ya no podrás dormir en tu misma habitación, te asignaremos una junto a las chicas y la profesora McGonagall se encargará de conseguirte ropa. Te presentaremos al resto de alumnos cuando la profesora considere que estás preparado, diremos que por inconvenientes privados no pudiste cursar antes aquí.

—¿Deberíamos informar de esto a sus padres? —La rubia miró a Snape con terror.

—¡No!

—¿Qué sucederá cuando llegues en Navidad y su perfecto hijo sea una rubia de porcelana?

—Ya veré cómo me las arreglo, pero no le digas nada aún —pidió el alumno, más bien la alumna.

Los presentes podían notar el terror en el cuerpo del joven, y lo entendían, no todos los días despertabas en un cuerpo que era todo lo contrario al tuyo y en el que encima deberías estar durante un tiempo indefinido.

—Bien, entonces, si eres tan amable sigue a la profesora McGonagall —con una de sus manos indicó la salida el viejo director—. Por cierto, deberías buscar un nombre para utilizar durante el tiempo que permanezcas en ese cuerpo.

Ambas mujeres salieron de allí poco después, al igual que el resto de profesores menos uno, Severus Snape.

—¿Tienes algo en mente? —le preguntó al director que había vuelto a tomar asiento.

—Aún no —suspiró con pesadez—. Es una lástima que James Potter y Sirius Black no sigan con vida, estoy completamente seguro que ellos tenían el contra-hechizo guardado en alguna parte.

MALFOY BECOMES A GIRLWhere stories live. Discover now