Peligro 🌇

187 44 3
                                    

Debo admitir que las noches habían aumentado su rigor contra mí, porque la soledad que sentía me dolía. Pero nada fue tan diáfano como aquel sueño empacado en una pesadilla. Corría en medio de una calle deshabitada. Al contrario de una película de terror el ambiente era cálido y las luces de las casas estaban encendidas, pero aún así nadie escuchaba mis gritos. Cómo si fuese jalada fuera de la escena, de pronto estaba sentada en una habitación, de espaldas a mí había una mujer delgada que parecía estar muy seria y después de unos minutos había explotado en gritos y salido de la habitación sin mostrar su cara un poco. Pero lo que me hizo despertar con sudor en la frente fue el hermoso rostro de una mujer joven, con nariz pequeña y una amplia sonrisa, quería tocarla, pero hacer eso... Cuando puse mis dedos sobre su cabello ella se desvaneció en un humo denso que me hizo toser, y no sé porqué, pero lloraba tanto que conforme caminaba hacia atrás con lágrimas de incredulidad caía por un abismo húmedo y oscuro.

La cara de SeulGi cuando desperté era de desconcierto. Nos miramos unos momentos, después desvió la mirada como lo había hecho desde que nos besamos en aquel vagón del tren. Ella parecía incómoda, incluso si pasábamos tiempo juntas y tratábamos de hablar con normalidad las cosas no eran las mismas. Me levanté con el cuerpo débil, últimamente me sentía muy mal, con tos constante e incluso algo de fiebre que no me dejé atender nunca debido a la situación. Quería decir algo, cómo que me había gustado haberla sentido tan cerca de mí, pero no estaba segura de cómo reaccionaría ante una confesión así. SeulGi siempre preparaba el desayuno, según ella era una experta porcionando y cocinando, y no se lo negué porque la única vez que intente hacerlo... Bueno, no resultó bien. Comimos en silencio, ella trató de iniciar una buena conversación, pero yo no pude hacerlo. Finalmente decidimos que sería bueno si cada quién paseaba por su parte, entendí que incluso así, sin nadie por el mundo, necesitábamos nuestro espacio personal. Después del desayuno se fue inmediatamente, tomó dos botellas de agua y me sonrió incómoda antes de irse, sin duda, un completo retroceso en lo que habíamos logrado establecer.

Tenía muchas cosas que recordar, ni siquiera quise salir de la tienda por lo que me quedé acostada en el suelo, dónde siempre pasaba tiempo con SeulGi. Seguía rodando por mi cabeza como miles de pelotas saltarinas y escurridizas aquél sueño de media noche que no lograba entender por completo. Pero ver ese rostro, esa sonrisa...No sé, pero recordarle estaba bien para mí. Di un par de vueltas por todo el lugar, en el almacén, que estaba lleno de juguetes empacados había aún más cosas interesantes. Encontré un par de facturas que llevaban el nombre de mi compañera, también un joyero pequeño con pulseras todas de tela y cuentas de plástico. Entendía que no debía estar husmeando entre esas cosas, pero la curiosidad que sentía era enorme. Justo tomé una pulsera sólo de cuentitas e hilo transparente cuando se deshizo en mis manos y cayeron al suelo corriendo por todas partes. Me puse nerviosa, empecé a levantarlas una por una, tendría que volver a coserla si no quería problemas.

Me tardé un buen rato, era gracioso, que así terminé pasando el resto de mi tiempo a solas. Cuando estaba por terminar vi debajo del escritorio un par más de ellas. Sin embargo no fue eso mi gran descubrimiento. A su lado había un diario con las pastas cubiertas de tela vieja. Lo tomé entre mis manos y acaricié las letras doradas que tenían su nombre completo. "Kang SeulGi", tenía tanta curiosidad de abrirlo que al momento preferí dejarlo a un lado, porque sabía que lo iba a abrir. Un poco de emoción se estacionó en mi corazón porque quería compartirle mi descubrimiento, y tal vez era algo que a ella le encantaría tener de vuelta.  Me vi tan tentada a hacerlo sola, quería leerlo y entre más le miraba encontraba papeles que se asomaban en medio de las páginas. Conforme el tiempo pasaba mi curiosidad crecía proporcionalmente. Abrí el diario y en la primer hoja sólo había un blanco que consumía mi prudencia. Entonces seguí a la otra página, la dedicatoria de alguien, ese alguien que se lo regaló, parecía, incluso por el cuidado en su escritura que le quería, pero más por aquella frase plasmada que en un inicio me costó comprender. "No es lo mismo querer cambiar el mundo a querer tener la razón" había un pequeño dibujo, era una camelia roja y más abajo el simple dibujo de un oso y la leyenda "Te amo que no me amo SeulGi". Estaba a una más de iniciar a leer la primera página dónde ella había escrito, pero me detuve. Frustrada me levanté de la silla y me acosté dónde siempre lo hacíamos, mirando el techo en una noche fresca pero no fría. El silencio que flotaba en la tienda era entre relajante y pesado, cómo la presión de los dedos de alguien cuando te hace un masaje. Me quedé dormida no sé exactamente cuánto tiempo, pero cuando desperté estaba empezando a aclararse el cielo de a poco. Miré a mi alrededor buscándola, pero no estaba. Busqué en la bodega, alrededor del local y en los más cercanos. Cuando por fin me convencí de que estaría más lejos el sol comenzaba a asomarse.

Caminé no sé cuánto tiempo, pero no la veía, incluso cuando recorrí un par de barrios enteros, antes de medio día su presencia ni siquiera era un rumor. Tenía hambre, demasiada, no se me había ocurrido recoger comida del almacén, así cómo no se me había ocurrido que ella estaría pérdida. Un poco cansada corrí hasta la tienda de nuevo, y digo correr entre comillas, porque a cierta distancia me arrastraba por estrago que el hambre y el calor me daban. Guardaba en mí la esperanza de que ella estuviese ahí a mi regreso, pero no estaba, ni siquiera había prueba de que hubiera estado allí. Tomé agua, comí una lata y guardé un par más junto a algunas medicinas en la mochila, una de las que tomó en esa tienda de accesorios y ese dirario, no sé porqué, pero ahí estaba también. Estuve rondando así apróximadamente tres horas más, y el atardecer ya tocaba los bajos edificios.  Recorrí una gran parte del noreste de la ciudad, estaba asustada porque no parecía seguir ahí, algo en mí incluso me decía que se había marchado, aunque la lógica de que no había preparado nada más que agua y de que no podría haber sobrevivido hasta la próxima ciudad sin provisiones me consolaba hasta cierto punto. Aunque no mucho, claro está. Eso significaba muchas cosas, había muchas posibilidades de que le haya pasado algo malo, que se hubiese caído en algún lugar o que algún animal silvestre del bosque cercano la atacara. No sé, no estaba, no sabía qué hacer y el tiempo estaba detrás de mí.

💙——————🌇——————💛

AreMF.

Empty World. (SeulDy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora