Mucho gusto

13 1 0
                                    


Amay Aguas 

Desperté con la alarma del celular retumbando en mis oídos, había olvidado que tenía que ir a clases y se me había hecho tardísimo como era de esperarse. Decidí que este día seria uno de esos buenos, donde a pesar de todo tendría una actitud positiva. Já, como si eso fuera posible para mi. 

Me había mudado a la ciudad de México unos cuatro meses atrás y todo era nuevo para mí, desde tomar el metro hasta ver a la gente tan acelerada caminando en la calle, pero a decir verdad me gustaba. Eran cosas que distinguían a esta bella ciudad. 

Mi primera clase era armonía y no, no es una clase de motivación personal o cualquier  otra tontería que se les esté cruzando por la cabeza en estos momentos, les cuento que estudio canto en el conservatorio nacional de México, para serles honesta es una carrera muy demandada, pero lo logré y heme aquí, luchando para hacer realidad uno de mis más grandes sueños. 

—Es raro que la gran Amay llegue tarde, —haciendo énfasis en mi nombre Adonai hizo a un lado su mochila para que pudiera sentarme, ambos habíamos aplicado para esta misma universidad y nos llevamos tan bien durante el proceso de admisión que fue inevitable no volvernos amigos.

Rodé los ojos, —ni me lo recuerdes, no sé qué me ocurrió. —Le dije mientras sacaba una de las libretas que ya hacían dentro de mi pequeña mochila. 

—Yo te diré qué ocurrió, sabandija. —Al llamarme de esa forma le di un golpe en el brazo y aunque se quejó del dolor continuó, —ayer te pusiste tan mal que tu cuerpo esta terriblemente agotado, duh. 

Lo había olvidado por completo, cada año es tradición que los de ultimo año hagan una fiesta de bienvenida a los de nuevo ingreso así que no pude decir que no, sin mencionar que entre ellos estaba Max, el tenor lírico más hermoso que mis ojos hayan visto alguna vez. Había entrado en mi generación y me había vuelto loca por él. 

—Pero no recuerdo haber tomado tanto. —Me quejé con mi mejor amigo. 

—Te recuerdo que tú no necesitas tanto alcohol en tu sistema como para ponerte borracha, amiga. —Adonai me contestó y era cierto, con cuatro shots de tequila e incluso con una cerveza yo ya estaba fuera de sí.

Qué vergüenza. 

Justo en ese momento Max entró al salón con una mano dentro del bolsillo de su pantalón, mientras que con la otra detenía su mochila que llevaba sobre su hombro. Llevaba puesta una camiseta de los Beatles y unos jeans algo rotos, una combinación sencillamente perfecta. 

Adonai agitaba su mano frente a mi rostro, —tierra llamando a Amay. 

—¿Uh?, ¿qué?— le contesté en el momento en que mi mirada se apartó de aquella hermosa vista. 

—Toma, —me tendió su bufanda, —para que te limpies toda esa baba. 

Me reí por ese tonto comentario. 

.....

El comedor de la universidad era una de las cosas más bellas que tenía el conservatorio, no podía evitar observar los árboles que nos rodeaban, sumando la música que tocaban las bocinas al rededor de todo el patio.

Mi teléfono vibró en ese momento, era muy raro que alguien me mensajeara sobretodo porque mi papás se encontraban trabajando y no tenía muchos amigos en esta ciudad más que Adonai, que por cierto se encontraba hablando con Rebeca, una soprano de nuevo ingreso que se hizo popular de la noche a la mañana. 

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Feb 08, 2019 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Querer querernosWhere stories live. Discover now