—¡Eso es genial!– dije, sonriéndole en grande ahora que sabía cuán bien le había ido. –No entiendo mucho sobre el mundo del basquet, pero a Donghyuck le gusta bastante. ¿Recuerdas a Hyuck, cierto? –Esperé una respuesta positiva o al menos un movimiento afirmativo de su parte, no hubo nada de eso. En realidad, ninguno de ellos habló, ni una sola palabra, lo que me hizo pensar: ¿El silencio incómodo lo he causado yo? —¿Por qué ninguno habla?

Miré entre ellos, dando un paso hacia atrás para que pudiesen verse el uno al otro, y por más que torturé a mi cerebro seguí sin obtener una mínima pista de qué carajos pasó entre ellos en el pasado, porque, para empezar, ni siquiera se hablaban en aquel tiempo.

Hyuck hizo el primer movimiento. ¡Por fin!

Se puso en la misma línea que yo, estirando la mano de una manera mecánica y tensa que solo envió ondas de preocupación a mi cabeza. ¿Qué carajos?

—Es un placer volver a verte– la sonrisa que le dio fue calculada y tirante, una mueca fingida y nada más. –Tal vez nos veamos otro día– sus ojos suplicantes me enviaron dagas de pánico–, ¿nos ponemos en marcha, Min?

Antes de que pudiese siquiera responder, Mark se apresuró a sujetar mi muñeca, y él también parecía estar pidiéndome algo.

—Vamos a tomar un café —dijo Mark, y miró a Hyuck al agregar–, los tres. Vayamos los tres.

Y ¡Por Dios santo!, cómo fue que no lo supe entender antes. Mark es... Hyuck y Mark... Vaya.

No podía ser cierto.

¿Lo era?

Nos sentamos en una pequeña cafetería cerca de nuestro hogar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Nos sentamos en una pequeña cafetería cerca de nuestro hogar. Tomé la mitad de mi café escondiendo una sonrisa tonta en mi rostro. Bien, tal vez era un mal amigo por obligar a Hyuck a venir aquí, pero le conocía más que a cualquier otra persona (excepto Jeno, pero francamente no creía que nunca nadie podría decir con certeza que ha logrado descifrar a Lee Jeno), así que sí, conocía a Hyuck. Él estaba siendo tonto y huyendo de sus sentimientos como siempre lo había hecho.

Solo necesitaba un empujoncito.

Apoyando los codos en la pequeña mesa redonda de madera, entrecerré los ojos hacia Mark.

—Entonces, dime, ¿te conseguiste un novio?

Él se atragantó con su té y Hyuck bufó a mi lado, todo brazos cruzados y muecas desdeñosas.

Ajá.

—Yo...— comenzó el pobre sujeto, pero pareció pensar que era mejor acomodar el cuello de su camisa antes de terminar la oración. Cuando todo estuvo en orden y logró controlar el tono rojizo de sus mejillas, dijo –No.

Sentí el cuerpo de mi amigo relajarse a mi izquierda y por dentro canté victoria, te descubrí.

—Bueno somos jóvenes después de todo— comenté, tanteando la situación.

Red - NominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora