30. Batalla en la Ciudad Flotante

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Los Creadores caminaron hasta que quedaron frente al Rey.

—¡Saludos, Majestad!— dijo el líder con una voz neutral que Ailos reconoció como uno de los que estaban en la cueva aquel día durante la cacería.—Soy Onnimos, segundo al mando de los Creadores, he venido a informarle en nombre del Gran Maestro Dabanob, que su reinado ha llegado a su fin y que se rinda voluntariamente.

—Interesante.— dijo Azaroth totalmente calmado.—Pero no tengo interés en entregar la Corona.

—Majestad, temo que no es una petición.— respondió.—Es una orden, a menos que quiera que la isla se hunda desde adentro.

El suelo se sacudió fuertemente tumbando a las personas y rompiendo algunos de los cristales de las ventanas.

—Sugiero que juegue sus cartas con sabiduría.— se burló Onnimos.— Sus piezas son un montón de magos borrachos e inútiles.

—¿En serio?—sonrió el Rey.— Mis piezas más útiles son siete magos y una genio loca.

Ailos y Lya atacaron con rayos y tres de los Creadores escaparon antes de ser electrocutados, Gelves, Enhla y Mauvelle crearon un tornado de fuego y atacaron a los otros, sólo el líder pudo escapar de las llamas y se dirigió hacia Azaroth quien no se movió en absoluto, Ceies se interpuso y creó un dragón de agua que derribó al Creador.

—No hay manera de que usaran los túneles.—decía Ceies apareciendo el arco y las flechas del Rey.— La isla está comenzando a hundirse de forma natural así que deben estar inundados.

—Espero que no le importe que mueran todos sus espectadores, Majestad.— gruñó Onnimos.

Los otros levantaron sus armas y el cielo se llenó de miles de Ajilayis que se dirigían a la Ciudad, los residentes ahora libres del alcohol gritaron aterrados antes dr huir y esconderse en los edificios.

—En el cielo Ajilayis y en tierra traidores.— gruñó Azaroth de forma sarcástica— Pero ninguno pudo causar un temblor así ¿Entonces de donde vino eso?

—¡Majestad!

Lya corrió hacia él con sus ojos brillando de color azul usando su habilidad-sentido mientras Ailos la protegía en caso de que la atacaran.

—¡Hay una...enorme serpiente marina debajo de la isla!—le alertó.— Es....como un Ajilayi gigante pero parece que estuviera esperando a que la isla baje lo suficiente...¡Ahí viene!

El suelo tembló con más fuerza y se inclinó un poco hacia la derecha, sin embargo era suficiente como para hacer que la gente cayera encima de la otra y los puestos se cayeran, algunos magos usaban su magia para proteger a la gente pero otros huían despavoridos.

—¡Ríndase, Majestad!—gritó Onnimos  mientras levitaba.—Esta es su última carta. No tiene otra alternativa.

—Última carta mis testículos ¡Que los magos ataquen a los Ajilayis! ¡Los demás ayuden a las personas heridas!—ordenó Azaroth.

Aquellos que tenían experiencia peleando obedecieron y los que nunca habían peleado se vieron obligados a ayudar a la gente, los magos más viejos crearon barreras protectoras para curar a los heridos.

—¡Magos Siem, Mauvelle, Gelves y Enhla, creen un escudo alrededor de los edificios!—los aludidos asintieron y se elevaron junto con los demás.— ¡Ilia, Ailos, Lya encárguense de estos tipos! ¡Ceies vamos a detener a la serpiente!

Los otros siguieron sus órdenes mientras disparaba una flecha al cielo que se dividió en muchas partes y se prendían en llamas y atravesaron algunos Ajilayis mientras Ceies creaba cortina de humo que cubrió el suelo para que todos se dispersaran hechizando sus ojos o en el caso de Ilia usaba sus lentes que Ailos hizo aparecer junto con sus pistolas y su equipo de vuelo, asi como unos pantalones para que se moviera sin problemas.

Proreita. Crónicas de una Tierra MágicaWhere stories live. Discover now