28. Enemigos

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Ailos podía sentir la respiración de Lya sobre su pecho, no quería moverse pero se levantó para encerrarse en el baño, hizo un escudo anti sonido y golpeó la pared con tanta fuerza que la agrietó.

—¡Maldición!—gritó ignorando la sangre en su mano.— ¡Maldición! ¡Maldición!

¿Cómo pudo ser tan estúpido? Lya volvió a estar en peligro por su culpa,  la dejó sola cuando pudo pedirle a Siem que no dijera nada de la misión.

Se hacía llamar un prodigio, uno de los mejores magos del Reino pero era incapaz de proteger a nadie, ni a su aprendiz, ni a sus padres...

—Soy un completo inútil.

Se sentó al borde de la bañera apoyando su cabeza con las manos, tenía miedo que lo mirara con asco, que creyera que era un cobarde o un inútil, de todas las personas que conocía ella era la única que lo veía realmente pero esta noche descubrió que ya no podía cuidar de ella, había aceptado que la amaba y ese enamoramiento le trajo desgracias a ambos.

Debo olvidar este  sentimiento.—pensó mientras miraba el suelo.— Ella...debe ser feliz con alguien que la merezca.

Se curó la mano y se lavo la cara pensando en mantener sus sentimientos escondidos, como siempre debió ser. Ella ya no era su aprendiz, su relación terminaría con la misión y escogería si usar el apellido Farender o no, después de todo volvería a ser Sofía Yukine cuando regresara a su mundo ¿Qué importancia tendría un nombre?

Ya...no seré el niñero de nadie. Volveré a tener la vida que tenía antes.

Salió del baño y tomó su almohada, la dejó en el piso y lo hechizó para que fuera cómodo, Lya seguía dormida boca arriba lo que hizo que doliera el pecho, se veía tan indefensa sin ser la niña llorona o la fiera salvaje, sólo estaba tranquila durmiendo ajena al mar de pensamientos que lo afectaban. Con cuidado se acercó e hizo algo que nunca pensó hacer.

Besó sus labios sintiendo su suavidad y una felicidad absoluta, nunca había probado algo así pero se alejó rápidamente aún más dolido que antes, su corazón le pedía a gritos que olvidara todo y la abrazara, que nunca la dejara ir; pero eso era imposible.

Se acostó en el piso, ajeno a que la chica había estado despierta y tampoco pudo decirle nada por miedo, por lo que ambos lloraron en silencio por su cobardía.

La mañana siguiente el Rey anunció un evento especial donde se escogería a una pareja al azar y si estaban comprometidos podrían casarse recibiendo su bendición, algo que emocionó a todas las parejas ante semejante honor.

Lya despertó encontrando una nota de Ailos indicándole que como iba a participar en el festival y que tenía que practicar. La chica salió de la posada ignorando la rabia que sentía con el y consigo misma, había aceptado sus sentimientos pero era incapaz de decirlos, lo peor era saber que se culpaba de todo y eso la molestaba aún más; ciertamente ya no necesitaba un Maestro, pero quería que estuviera a su lado, así que haría las cosas bien y cuando lo encontrara le daría una paliza.

__Ciudad Sagrada, Cuarto de Siem__

Ailos practicaba la coreografía que le dieron Azaroth y Ceies para el baile que haría el día del festival, era su forma de calmar sus nervios y olvidarse de Lya. 

— Lya parece estar planeado algo.—dijo Siem mirando por la ventana tratando de romper el incómodo silencio de la habitación.

Ailos siguió practicando mientras lo escuchaba pero no dijo nada, tenía que mantenerse firme y olvidar cualquier sentimiento hacia Lya sin importar lo que pasara.

Proreita. Crónicas de una Tierra MágicaWhere stories live. Discover now