—prendÉ el aire, dAle— ben le gritó a gwilym que le estaba sirviendo córdoba de cola, mientras se sacaba la remera y se secaba la transpiración.
—dejá de joder, con el ventilador estamos bien— contestó chorreando de transpiración—. ¡joseph! ¿¡dónde mierda estás!?
—¡ya voy!— se escuchó un grito.
mazzello le pegó una patada a la puerta y entró con una caja toda llena de polvo, ensuciando el piso.
—para qué me gasto digo yo— gwil susurró, haciendo referencia al piso que recién había limpiado; se sentó en una silla de la sala y tomó un sorbo de su vaso.
—traje nuestra salvación— comentó enocionado, dejando la caja en la mesa.
—decime que es un aire, porque si no lo es no te molestes en abrirla— ben se levantó del sillón y lo miró, estaba todo mojado—. LA CONCHA DE LA LORA, TANTO CALOR PUEDE HACER, LA PUTA MADRE— gritó—. GWILYM, PRENDÉ EN AIRE, DALE QUE ME CAGO QUEMANDO.
—TARÁN— joseph, que estaba en una zunga verde nada más, mostró el contenido de la caja—. LA PELOPINCHO, MIREN.
gwil y ben se miraron entre sí, joseph fue a abrazarlos a los tres.
—qUÉ aScO, jOSeph. no me toques— gwilym dijo separándose—. estás todo transpiroso, no nos vamos a separar más.
—con toda la transpiración de la frente de joe llenamos como sesenta pelopinchos— ben dijo y rió con la jirafa—. dah, salí que te manguereo un toque y fue.
—sí, bueno, podríamos haber pensado eso antes— joe habló—. ¿compramos bombuchas?— hardy asintió, y ambos miraron a gwil.
—ya tienen como cuarenta años los dos— suspiró.
—yo pago— se ofreció el rubio.
—bueno, vamos, dale— ahora lee los apuró a ambos para salir.
joe con la zunga verde, ben solo en pantalón corto y gwilym con una remera toda mojada, una gorra y pantalones cortos rojos.
