V i o l e t a

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Esta es mi primera historia, así que no espero mucho, pero empeño no va a faltar, lo aseguro ^-^. Agradecería todo tipo de apoyo y corrección si es necesario.

Así que, sin más dilación...

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~ ᴠɪᴏʟᴇᴛᴀ ~

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-¡Agh!-exclamó Elizabeth desistiendo de su intento de repasar sus últimos apuntes antes de los exámenes de matemáticas-. Esto es sencillamente imposible...-musitó mientras pegaba sus mejillas en las hojas de su libreta, la cual reposaba entre sus raspadas rodillas- Aún no entiendo como el año pasado aprobé mates...-pensó en voz alta mientras dejaba caer sus brazos, completamente agotada.

Escuchó el piar de los pájaros sobre el árbol que le otorgaba sombra en aquellos cálidos últimos días antes de verano. Aquel sonido le relajó un poco y aspiró profundamente el olor a tinta de bolígrafo para despejar sus pensamientos de la ducha que se iba a dar al volver a casa.

Después de todo, había sido una buena idea salir fuera de clase para repasar un poco.
Elizabeth usaba el término "repasar", pero todas las horas invertidas en estudiar estadística, geometría y funciones habían sido completamente en vano. Estaba segura de que un niño de párvulos iba a acertar más respuestas que ella.


Si tan sólo hubiera puesto más empeño en los últimos exámenes no hubiera tenido que presentarse a los finales.

El murmullo constante de los alumnos que repasaban en el gimnasio quedaron ensordecidos por un suave silbido que encandiló a la chica.

Elizabeth alzó la mirada de su libreta. Aquellas melodías se le hacían tan familiares, tan agradables... El simple hecho de suspender matemáticas ya quedaba en segundo plano...
Allí lo vio, a aquel chico que siempre atraía a su curiosidad.

Nunca hablaba con nadie y, como era común, se encontraba en la otra parte del tronco del árbol en el que ella reposaba, garabateando palabras en su libreta, con sus labios apenas rozándose, emitiendo aquel rítmico silbido que tanto le relajaba.

Lysandro...

¿Cómo olvidar aquel nombre?, aquellos cabellos blancos que desembocaban en ligeras ondas teñidas de un negro oscuro que iba degradándose, ese par de ojos tan distintos y similares a la vez, grandes y alargados, de largas pestañas y profundidad inmensa, de varios colores. 

Un verde claro que le recordaba al perfume de los bosques, de la libertad, de la magnificencia de la naturaleza... Un dorado impoluto más reluciente que el oro más bien pulido...

Lo más interesante de Lysandro era su aparente indiferencia, no era un chico rebelde, ni mucho menos, pero parecía que no prestara atención a casi nada, como si su propio mundo fuese mucho más interesante que el que todo el mundo veía.

Aún embelesada por sus propios pensamientos, Elizabeth fue sobresaltada al escuchar la alarma de su teléfono, y dio un brinco antes de levantarse y rebuscar en su mochila su calculadora.

¡No podía ser posible!. ¡¿Acaso era una idiota?!.

Empezaba a estresarse y una angustia se enroscaba en su cuello, ahogándola poco a poco. Lanzó sus apuntes, las llaves de su casa, un par de pastillas para la garganta y su estuche, pero su calculadora no estaba en ningún lugar.

Soltó un suspiro que se asemejaba más a un gruñido molesto, y se arrodilló para volver a juntar todas sus cosas y meterlas en la mochila.

-¿Problemas?-preguntó una armoniosa voz tras de si.

Un escalofrío recorrió la columna de Elizabeth, quien se dio la vuelta con una sonrisa nerviosa y despistada, dejando escapar un par de risitas nerviosas.

Allí, delante suyo, se encontraba el mismísimo Lysandro Ainsworth, tendiéndole una mano con una elegante sonrisa culminando sus carnosos e inocentes labios.

-B-bueno...-se llevó una mano a la nuca y dejó escapar un tímido suspiro-La verdad es que creo que he perdido mi calculadora... Que desastre...-suspiró en un intento de ocultar su sonrojo mientras aceptaba la mano de Lysandro y se levantaba del suelo.

El chico dejó escapar unas agradables carcajadas.

-No te preocupes-respondió con la misma sonrisa educada, como si con aquellas palabras aquel problema ya fuese solucionado-. Yo te puedo prestar la mía.

-P-Pero... Tú la necesitas-musitó Elizabeth, observando como Lysandro rebuscaba en los bolsillos de su larga chaqueta negra con bordados blancos. Parecía que estaba sacada de uno de aquellos museos victorianos de reyes y reinas pasadas.

-No te preocupes Elizabeth-la chica abrió sus ojos de par en par al escuchar su nombre surgir de aquellos labios. Aquella escena en conjunto parecía surrealista-. Yo no tengo exámenes, sólo estoy acompañando a Castiel-dijo como si nada.

-Ah...-balbuceó ella aún sorprendida.

-Sé que soy un poco despistado, pero... ¿No es ya la hora?.

-¡C-Claro!-exclamó la chica dandose una suave palmada en la frente. Se despidió de Lysandro con una agradecida sonrisa y, mientras corría para llegar a tiempo al exámen, gritó:- ¡¡Muchas gracias!!, ¡te debo una!.

Y desapareció tras la puerta, siendo observada por Lysandro, quien chasqueó la lengua con una sonrisa traspuesta.

Realmente era bastante despistada...

No llegaba a acordarse de a quien le recordaba...

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El violeta se asocia a la intuición y a la espiritualidad.

Las personas que visten este color tienden a ser personas empáticas y afectivas, con tendencias artísticas y creativas.

Es un color que disminuye la angustia, las fobias y el miedo.

One-Shots (CDM-CDMU)Where stories live. Discover now