Capítulo 14

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—¡Zel, Zel! —gritaba desesperada

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—¡Zel, Zel! —gritaba desesperada.

—Esta inconsciente —murmuró Narima luego de buscar su pulso en el cuello.

Yuri se dedicó a limpiar su herida, pero no parecía mejorar. Estaba preocupada, era su compañero de aventuras. Zel apareció frente a ella justo cuando su suerte parecía estar en descenso. Necesitaba un trabajo, algo que la mantuviera a flote y él necesitaba de una persona capaz. Un día simple en un bar de poca monta en Ryegon habían consolidado una alianza que creyó duraría lo que el trabajo requería. No fue así.

Narima tapó la herida con pedazos de tela que amarró a su costado. El hombre no paraba de sangrar y cada vez se ponía peor. La anciana selló sus labios en una mueca, él no podría resistir más de una hora sin ayuda. Vio a la chica acercarse con un cuenco lleno de agua que estuvo a punto de darle a tomar. La mujer se apresuró en tomar su mano negando.

—Si no quieres que tu amigo muera de una vez no le des a beber de esa agua. A varios metros de aquí hay una pequeña cabaña, tengo lo necesario para atenderlo en ese lugar. Debemos movernos ahora.

Aunque carecía de la tecnología pues nunca fue adepta a ella, sabía de métodos antiguos para curar a las personas y de curarse así misma cuando era necesario.

—Bien. Nos toca caminar un poco más, Zel. No te preocupes, puedes posar todo tu cuerpo sobre mí —murmuró. Tomó el brazo del hombre y lo  posó sobre su hombro—. Dicta el camino, Gasli. —Ordenó.

Gold se había enfrentado a muchas cosas, había estafado a más de uno y había tenido que lidiar con cuanto sujeto se atravesara, pero siempre contaba con el apoyo y protección de Zel. Eran pocas las veces en que se veían heridos de gravedad. Pudiera ser suerte o la pura habilidad de los dos ante cualquier situación. Sin embargo, la habilidad y la suerte se habían perdido con tan solo enfrentarse a esas dos personas. Pensaba que retar a sibilantes era tan similar a hacerlo contra cualquier otro sujeto, no entendía por qué Zel temía tanto de esos sujetos. Aún más cuando se tratara de dos simples chicas. Sin embargo había entendido muy tarde.

Ellos nunca están solos. No actúan por su cuenta y no dejan personas vivas. Alguna vez lo escuchó decir. Habían logrado escapar gracias a la oportunidad que vio Zel en una puerta en el suelo que estaba cubierta con una alfombra. Los tres se introdujeron en la pequeña habitación esperando que el fuego no los alcanzara.

Gasli miraba su alrededor de vez en cuando, extrañaba el sonido de aquel bosque pues no era usual sentirlo tan callado. Miró al par a su lado, notaba la inquietud en los ojos de la fémina. Su expresión hablaba tanto por ella que le era inevitable no pensar en que tan cercano eran los caminos de la pareja. Recordaba esa mirada en alguien más y creyó no volverlos a ver nunca, sin embargo ahí estaban en esa chica de cabellos rojizos y cuerpo menudo.

—Él estará bien —comentó Narima.

Yuri la observó frunciendo el ceño; hacía varios metros que su cuerpo se había cansado, pero no se detenía.

Elaysa: La ciudad de los condenadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora