16 de noviembre - Capítulo final

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Dormíamos en un colchón en el suelo, no habíamos tenido tiempo ni de comprar una cama.

Y para qué mentir, dinero tampoco.

Natalia tenía una expresión tranquila, abrazando a un peluche de un delfín que le había regalado Marina.

La pamplonesa era muy fuerte, parecía hecha de acero, pero en realidad era una simple humana, más frágil que una hoja caída de un arbol.

Cae de manera lenta, pero cuando la tocan; se rompe.

Mirándole pensaba en cómo era tan afortunada de tenerla.

Giré mi cuerpo y miré al techo.

Cerré los ojos.

Desde el salón comenzó a oírse "Alma mía", de Natalia Lafourcade. Aina siempre se levantaba por las mañanas para cantar aquella canción.

Su pequeña voz comenzo a oírse por toda la casa intentando entonar las notas.

La pelirroja era una fan del programa de OT, como yo, y decía que su mayor sueño era entrar en la academia.

Yo deseaba con locura que lo consiguiese.

Y Natalia más.

Incluso la llevaba al bar donde cantaba más seguido, el 33/45, para que jugara con María y algún micrófono.

Marina se había mudado a un piso en el centro, cerca del de Miki. Aun que vendrían hoy para celebrar la Navidad.

Aina les llamaba "La tita Mar" y "El amigo de playmobil".

De pronto sentí como el colchón se hundía, entrecerré los ojos y vi a Natalia moviéndose para llamar a Mouse, el gato.

-Mouse. -Nombraba la pelinegra, que aún no se había dado cuenta que estaba despierta- Don gato venga acá ahora mismo...

Solté una risilla al oír aquello.

Natalia se giró para verme y yo cerré los ojos al segundo.

-Vaya, ¿La bebé está dormida? -Jugueteó con sus palabras la morena.

Me mordí las mejillas intentando no sonreír.

Abrí un ojo ligeramente pero Natalia no estaba en su anterior posición.

Ahora, después de un movimiento casi instantáneo, se encontraba a horcajadas encima mía con sus piernas entre mis caderas.

De fondo, la canción cambió a "Sinmigo".

Me empezó a dar besos húmedos por todo el cuello.

Yo solo soltaba pequeños suspiros de placer.

-Nat... -Suspiré su nombre entre mis labios.

-Anda, si está despierta.

Bajó con sus labios hasta llegar a la barriga y comenzó a besar cada parte de ella.

Comenzó a hacer los típicos ruidos soplando en mi piel, lo que se le hacen a los niños pequeños para que se rían.

Con ella me sentía así; como una niña pequeña.

Plena de felicidad.

-Ay, -Reí- me haces cosquillas.

La nombrada se separó de mi piel y me miró desde abajo.

Conectó su mirada con la mía y me entraron los mil temblores que decía la canción.

-Alba.

-¿Sí?

En este banco || AlbaliaWhere stories live. Discover now