—¿Tampoco podías dormir?

Él asintió. —Al parecer el insomnio es cosa nuestra.

Observé su perfil, la línea dura de su mandíbula y la curva casi inexistente en la punta de su nariz. La electricidad recorrió el largo de mi espina dorsal cuando el par de ojos negros se fijaron en los míos. No entendía como era que siempre parecía estar desconectado con la realidad, como si yo fuese el único luchando contra todo el dolor y remordimiento del pasado. Era jodidamente frustrante, me enfurecía a más no poder, con él, conmigo también.

Apreté los puños y me mordí la lengua esperando que, al igual que a la presa de una serpiente, pudiese envenenarlo si escurría suficiente veneno con mis dientes. Mierda. No debía de molestarme, no tenía porqué causarme este ardor en el pecho, pero lo hacía... pensar en que ahora ella había tomado algo que era nuestro me hacía sangrar desde dentro. Su voz fina y ronca debido al francés seguía reproduciéndose en mi mente.

Recordaba a la mamá de Jeno sonreír en éxtasis cuando aquel hombre alto y apuesto le decía aquellas dos palabras. Claro que en ese entonces era un juego para Jeno, algo que escuchó y repitió. Pero él nunca entendió lo fácil que era confundir el corazón de una persona.

Él solía decirme eso como un apodo inocente y yo... solo... estaba celoso de que el niño que habitaba mis recuerdos tuviese a otra persona por la cual suspirar, con quien divertirse y amar.

—Termina con esto de una vez, dime lo que te está haciendo rechinar los dientes.

El fuego se expandió y ensanchó los agujeros de mi nariz. Lo sacudí como si fuese una mota de polvo sobre mi saco.

—Estoy bien. 

—Y ahí está– dijo, apoyando las manos en los tablones de madera y observando la lluvia por debajo del toldo–. Es difícil expresar cuando algo te molesta profundamente, porque sabes que llevará a una conversación peor, una que no quieres tener.

—¿Por eso nunca has respondido ninguna de mis preguntas?

Jeno suspiró.

—Supongo que es más fácil si actúas como si estuvieses por sobre toda la mierda que sientes.

Yo bufé.

–Y pisoteas los sentimientos de los demás en el proceso.

–Si... eso suele suceder.

Quería apretar las manos alrededor de su garganta para que borrase esa expresión descorazonada de su rostro. Quería que me resultase horripilante, totalmente desagradable. Pero Jeno era... tenía una extraña capacidad para resultar atractivo incluso siendo el idiota constipado emocionalmente de siempre.

Desvié la mirada.

—Eso no es lo que yo hago.

—Mi error, ¿qué es lo que estás haciendo?

—Yo... Ahg. Podemos solo tener un verano en paz y luego marcharnos cada uno por su lado, ¿es eso mucho pedir?

—Lo es si sigues diciendo que quieres pasar tiempo conmigo, ser una especie de conocidos cordiales y luego me miras como si tu incentivo para vivir fuese hacerme puré de tripas como cuando pisas a una cucaracha.

—Solo ignóralo, haz de cuenta de que esa mirada no existe.

–Es un plan estúpido.

–Te dije que podíamos hacer lo que quisiéramos –dije entre dientes–, y estuviste de acuerdo.

Una fría y dura sensación ensombreció su rostro, entonces sentí sus ojos distraerse conmigo, absorberlo todo hasta derretirme. No era justo

Red - NominWhere stories live. Discover now