― Capitán, le ruego que escuche...

―Noémie... Todo eso es muy importante. Hay que pensar en cómo vamos a educar a aquellos que seguirán con esta obra. Esta misión va a ser un éxito, sabes lo que haces y todo saldrá bien. ― Dicho esto, el silencio inundó la sala, mientras las dos sombras se fundían sobre el muro.


Toda la tripulación comenzó a trabajar en el planeta, después de haber acoplado de nuevo la Estación con el Arca. Los hábitats con las plantas nativas estaban floreciendo como lo planeado y después de un año, el sistema de riego en los primeros invernaderos estaban completados. 

Comenzaron a plantar algunas especies que soportaran la acidez del suelo y al fin la tripulación pudo establecerse en la colonia, usando aún los trajes, pues el aire aún no era apto y debían protegerse de la radiación.

Era el día en que uno de los hábitats del arca debía aterrizar cerca de la colonia, para comenzar con experimentos más avanzados, cuando por desgracia una falla provocó que el invernadero se desprendiera y se estrellara antes del aterrizaje y aunque lograron rescatar algunas especies de plantas, algunas otras iban a tener que reponerse solamente en laboratorio, cosa que sería un trabajo largo pero no difícil. 

La limpieza de semejante desastre retrasó bastante los trabajos destinados a ella. Todos estaban devanándose los sesos pensando en cómo podrían reponerse de semejante pérdida.

―En el depósito hay más semillas, logramos rescatar algo de tierra, sólo es cuestión de tiempo. Todos están trabajando duro en el laboratorio.

―¡No conocemos si pueden crecer aquí! Las condiciones no son del cien...

―Si no lo intentamos siquiera, no podríamos saber si es posible. Tenemos cinco hábitats completos en la nave, podemos generar un invernadero pequeño en uno y ver cómo resulta el trasplante después, salvamos suficiente tierra. Puede hacerse, deja que yo me encargue. Algunas de las plantas ya se dieron en la huerta, pero hay que mantener estables los niveles de oxígeno y filtrar bien el agua. Incluso el musgo nativo ya se dio en los invernaderos de la nave, de todos modos, si no hacemos nada, todo se habrá perdido.

Satsuma dejó atrás el uniforme de la flota para deambular por la colonia con el traje espacial lleno de tierra. Por días se le vio en los invernaderos del Arca, en las mismas condiciones, el cabello lleno de polvo, las uñas llenas de lodo, todo él cubierto de tierra. 

Tomó a Hrant y a algunos otros científicos como ayudantes en los jardines, se les veía llevar macetas llenas de tierra, limpiarla de posibles escombros, analizar sus condiciones y luego usarla para el pequeño huerto, él supervisaba cada detalle estrictamente. 

Después de al menos tres días, vieron al capitán ir a descansar a su camarote, para luego regresar unas horas después y terminar con la labor. Así fue por lo menos durante una semana y media.

La doctora Quint descubrió el peculiar talento del Capitán Kajiwara. Al cabo de un mes muchas de las plantas que se perdieron estaban retoñando en pequeñas macetitas en un invernadero provisional en uno de los hábitats restantes.

― A veces no se necesita ingeniería genética para hacer crecer una planta.

― Lo que usted hace se llama suerte ―dijo ella sin querer admitir aún que se había equivocado al juzgarlo y que no creía que él fuera capaz de lograrlo.

― Tenga algo de fe, doctora Quint... ― dijo sonriendo mientras salía del invernadero. Ella le miró ensimismada.

― Hágame caso doctora, es cierto que cualquier cosa buena se da con cariño y éste, con muy poco logra mucho con puro empeño. ― le dijo Hrant mientras cerraba una llave de agua en el sistema de riego. ―Supongo que usted no sabía que le habían otorgado un premio por salvar a varias especies de la extinción. Si hay alguien que puede hacer crecer algo en este planeta, puede que sea él. No que desprecie lo que usted sabe, pero sí pudo hacer esto en una semana, imagine en cuánto tiempo construiría la colonia. Con su ayuda, obviamente.

NómadasWhere stories live. Discover now