Capítulo 11

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Dos días después.

Cuando Jennie se levantó a las 11 de la mañana, lo que menos imaginó encontrarse era a su mejor amiga lista para salir.

—¿Chaeng? —preguntó fregandose los ojos—. ¿A dónde vamos?

Rosé soltó una risa y se acercó a ella, para dejar un rápido pero tierno beso en su frente.

—Tú a ningún lado, creo. Yo me voy a la peluquería.

Jennie abrió los ojos bien grandes.

Seguro seguía soñando. Sí... eso debía ser.

—¿Tú...? ¿A la...? ¿Tú sola...?

Rosé no lo pudo evitar y se río fuertemente de su confundida amiga.

—Sí, idiota. Yo... A la... Yo sola... —se burló.

A diferencia de Rosé, quien trataba de terminar de comer un morrón verde y al mismo tiempo ponerse una chaqueta, Jennie estaba estática en su lugar.

Con su pijama de los marcianitos de Toy's Story y pantuflas a juego, la morena de metro sesenta miraba a Rosé con un poco de temor, felicidad, culpa y sorpresa al mismo tiempo.

El hecho de que Rosé saliera sola del departamento no era la causa de tantas emociones, sino el hecho de que la rubia estaba emocionada por ir a la peluquería en donde había otra... gente, básicamente.

Jennie sabía perfectamente cómo podía llegar a ponerse su mejor amiga ante ciertas situaciones, situaciones que se generaban normalmente cuando la rodeaba mucha gente o se sentía insegura/ansiosa.

—Así que —Jennie se aclaró la garganta—... Así que, la peluquería. ¿Puedo saber qué es lo que te harás?

Rosé sonrió maliciosamente y se acercó a la morena, acomodándose la mochila marca Chanel colgada en sus hombros.

—Nop —respondió dándole un toquecito en la nariz a Jennie—. Será una sorpresa.

Luego de decir eso, la rubia salió corriendo y gritando un 'see u later' entre risas.

Jennie estaba más que sorprendida, hacía mucho tiempo que no veía a esa antigua y risueña Rosé.

-

Una alegre pero al mismo tiempo asustada Rosé, ingresaba al salón de belleza.

Observando todo su alrededor, se acercó a la pequeña recepción del lugar y le sonrió tímidamente a la jóven que se encontraba sentada en una alta butaca del otro lado.

—Hola, ¿en qué puedo ayudarla? —preguntó amablemente la jóven de pelo rubio.

—Estoy buscando a Irene... —respondió Rosé.

—Bueno, déjeme llamarla. ¡UNNIEEEE! —gritó para la sorpresa de Rosé. Luego le volvió a sonreír como si nada hubiera pasado—. Enseguida la atiende.

Irene hizo acto de presencia con el ceño fruncido y unos guantes de goma en las manos.

—¡Yerim! ¡Qué te dije acerca de gri...! ¡Rosie!

El tono de la mujer cambió inmediatamente, pasando de ser brusco y firme, a uno suave y lleno de ternura.

—Hola, unnie —respondió la australiana, tímidamente.

Irene se apresuró a sacarse los sucios guantes y tomar del brazo a Rosé, adentrándola más en el local.

—Llegas en el momento perfecto, el lugar está muy tranquilo a estas horas... ¡Y TÚ, YERIM! —la jóven no pudo evitar rodar los ojos—. ¡BAJA TU TONITO!

Aphrodite [JenLisa]Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum