13º E L · E S P E J O

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Papá se había decidido en tomarse unos días de vacaciones, puesto que el trabajo le causaba un estrés insoportable. Al parecer todos los demás policías procurarían mantener el orden, pero ¿Quién podría causar un desastre en estos lugares? Era casi absurdo. Aunque...había sido precipitada al pensar eso, quizás no existían asesinatos, ni peleas callejeras, sin embargo las desapariciones se entregaban como pan caliente en las portadas de los periódicos.

No podía evitar en colocar ese tema como uno de los causantes de la migraña de papá.

Por la mañana salimos en busca de hacer algo juntos. Él no acostumbraba preguntarme nada, yo tampoco. Solo recibía algunas que otras recomendaciones. Cuando sucedió mi perdida, fue grato saber que estaría presente para mí aunque las tormentas le llevaran en contra de mi presencia.

Habíamos llegado a una pequeña tienda en el centro del pueblo, su rostro se mostraba interesado buscando la mejor alternativa para saciar su hambre. Misma necesidad que yo no compartía. Se detuvo en frente de un cartel en específico, como si por fin encontrase su preferido. Me costó decirle que no a su ininterrumpida energía, así que asentí a su petición.

―¿Cariño vas a querer algo? ―sus ojos no despegaban la atención del cartel―. Hay un montón de cosas hoy ¿No?

Rápidamente los labios de la señorita en la barra, se liberaron del sello impuesto por la acción de limpiar.

―Sí, hoy es un día especial aquí ―sonrió haciendo que mi padre le diera su interés.

―¡Oh! ¿Qué se celebra? ―seguía.

―Hoy cumplimos seis años aquí desde que comenzamos con la prefabricación, hemos ido creciendo y convirtiéndonos en uno de los mejores lugares de comida ―sonreía mientras llevaba a su mano la pequeña libreta de apuntes que antes había permanecido guardada―. ¿Va a pedir algo? ―agregó mirando al papel y luego a Connor.

No me extrañaba, su apetito hizo que sin querer, mi presencia se esfumara ante la suya.

―¿Ya elegiste, Elif?

Me tomó por sorpresa. Pensaba irme sin que se diera la menor cuenta.

Miré velozmente a los paneles que se mantenían lo bastante relucientes como para segar mi vista ¿Qué sería lo más apropiado para mí? ¿Papas? No ¿Hamburguesa? No ¿Café? Tentador, pero no ¿Entonces?

―Una ensalada... ―dije aliviada al poder contestar sin tardar tanto.

―Y a mí... ―se llevó la mano al mentón, acariciando levemente los indicios de una barba en crecimiento―. Una hamburguesa, pero la número treinta.

―¿Seguro señor? ―miró la señorita perpleja ante la decisión de él―. Es muy grande, no creo que pueda...

―Tonterías ―sonrió―. Quiero esa, ya verás que la termino antes de que regreses con la cuenta.

SOMBRAS INMORTALESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora