Prologo.-

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Y mientras el invierno moría, él también se fue.

Ha muerto.

Kim Taehyung ha muerto y esa es la única frase en la que Park Jimin puede pensar mientras sus manos sostienen el periódico de la universidad, donde el anuncio que él mismo pidió que publicarán, resaltaba en la parte inferior de la portada, justo bajo la foto en grande y en tonos grises de quien había sido una de las personas más agradables que había conocido.

"La familia Kim, con profunda tristeza, informa a la comunidad del fallecimiento de su hijo mayor el día 4 de enero. Esperamos su presencia en los ritos funerarios que se celebraran para decirle adiós y honrar la vida de nuestro amado Kim Taehyung."

El anuncio en el periódico era un anuncio sobrio, corto y conciso; tal y como lo había pedido la señora Kim cuando la llamó la noche anterior y le preguntó por ello. Jimin había tratado de mantener su voz relajada para evitar que la madre de quien había sido su mejor amigo por más de diez años, rompiese a llorar antes de haber tomado una decisión sobre el anuncio.

Ya le resultaba demasiado difícil todo como para tener que escucharla llorar otra vez.

Jimin había tenido que sostenerse en pie con esfuerzo durante las primeras horas, mientras los doctores iban y venían en la sala de urgencias y la policía terminaba de escribir su informe sobre lo qué había pasado con su mejor amigo. Había tenido que tomar el teléfono y llamar a todas las personas que, según su criterio, debían saber de la muerte de Kim Taehyung.

Los padres y el abuelo de Taehyung, fueron los primeros y con quienes más le costó hablar.

Sus propios padres, quienes quisieron a su amigo como un hijo más y quienes buscaron consolarlo a través del teléfono, prometiendo ir cuanto antes.

El resto de sus amigos, uno a uno.

Y su novio, quien seguramente había estado esperando por Taehyung hasta ese momento.

Incluso se vio tentado de llamar a la protectora de mascotas donde Taehyung había dejado a Yeontan, su amado Pomeranian, durante las vacaciones de invierno. Habían regresado a casa esa mañana, luego de dos semanas en las montañas y de haber celebrado el cumpleaños de su amigo y el año nuevo bajo la luz de las estrellas. Taehyung había mencionado que pasaría por su amada mascota el día siguiente.

Pero entonces... Jimin había tenido que ir corriendo al hospital porque era el número de emergencia de Taehyung, porque su teléfono estaba grabado en el marcado rápido de su mejor amigo como el número 1 y porque Park Jimin era la única persona en todo el mundo, que no dudaría en contestar el teléfono a las 2:30 de la mañana.

Así que había tenido que soportar las preguntas de los oficiales de policía, recibir el parte médico y posteriormente el certificado de defunción; todo en menos de cinco horas. Jimin ni siquiera sabía cómo había conseguido mantenerse lo suficientemente estable como para vivir toda esa experiencia sin soltarse a llorar, cuestionar o maldecir por el destino de quien era tan importante para él y tantas otras personas.

A lo mejor era producto del profundo amor que sentía por Tae, lo que lo mantenía en pie.

De la misma manera, había terminado por asumir la tarea de organizar el funeral de Taehyung mientras su familia lo alcanzaba en Seúl. Sentía que era lo que le debía a los Kim por todo el amor y soporte que le habían dado por tantos años, además de la amistad incondicional que Kim Taehyung le había ofrecido desde niños.

No era fácil encargarse de un funeral, mucho menos el de alguien que había muerto a los recién cumplidos 25 años y de una manera tan abrupta, tan repentina e increíble. Habían preguntas sin respuesta, había demasiadas personas rondando alrededor para conseguir un poco de información, para nutrir los rumores en el campus universitario y, había también, muchos seres amados desconsolados por la pérdida.

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