16 pasos

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No sé si a ustedes, queridos amigos escritores, les pasará que caminan mucho mirando al suelo, sin percatarse de lo que ocurre a su alrededor. Yo lo he hecho toda mi vida y sí, me he ganado una recatalada de regaños de mi madre y el decirme que tenía la cabeza llena de estupideces (ahhh, utilizo la palabra más ligera de su vocabulario) y que debía dejar de imaginar y poner los pies sobre la tierra. No quedó ahí, yo sueño despierta todo el tiempo, incluso cuando salgo a caminar en la calle, no estoy precisamente "en la calle". Sé que sonará tonto, pero es la verdad. Las personas como nosotros solemos tener la cabeza en dos lugares a la vez. Andamos en el mundo real y en el mundo de nuestras historias. Cuando camino, sobre todo si lo hago con música, miro al suelo y no me doy cuenta de la gente a mi alrededor. Ya lo escribí hace un tiempo, yo creo que moriré un día en la calle atropellada. Es muy probable. Ni idea cómo he sobrevivido este tiempo.

En fin, decía yo que suelo mirar mucho al suelo porque me permite no fijarme en mi entorno y vivir la vida de mis personajes y lo que les va pasando dentro de mi cabeza. Agradezco el tener una imaginación que me permite delirar sin necesidad de químicos adicionales. Parecerá raro, pero me gusta esa parte de mí. Hoy, debo confesarles, que si bien siempre mi imaginación me pone en peligro en la calle, hace muy poco me enteré que mi imaginación y, ese estar todo el tiempo distraída, me salvó la vida.

Ok, ok, sí, no fue precisamente así, pero yo estoy un 95% segura de que sí. Verán, hace muy poco cometí un error gigantesco: contacté al Aire.

Si me van a insultar, sean libres de hacerlo, me lo merezco. Pero a mi favor debo decir que, de todo corazón, con polígrafo en mano, yo estaba completamente segura de que no me iba a escribir de vuelta. Es decir, yo no le escribí directamente porque no quería hacerlo. El solo hecho de escribirle y saber que me dejaría en visto y que mi corazón se me partiría en pedazos me impedía ser yo directamente la que lo contactara. Pero quería que él supiera un tema muy específico. Merecía él saberlo y la otra persona involucrada también lo merecía. Así que decidí que alguien más le escribiera para no tener que pasar por el penoso camino de ser ignorada por él, pensando que él le contestaría solo a esta persona y yo nunca me enteraría de lo ocurrido. Y... no fue así. El Aire me escribió.

Fue terrible... fue descomunalmente terrible. No tienen idea cómo explotó mi corazón. Estaba sentada en la mesa de mis padres y mientras leía trataba de contener todas las lágrimas y aparentar que todo estaba bien, que era una mujer feliz y serena, que yo solo estaba leyendo las noticias, nada más que eso... ya saben, la política peruana me tiene más que entretenida. Tragué saliva y muy despacio caminé hacia el baño donde dejé que todo el llanto contenido fluyera por mis mejillas. No es el tema tanto de lo qué me escribió ( o al menos en ese momento) sino más bien del hecho de que me escribiera.

La emoción de recibir algo de él hizo que mi corazón diera un brinco dolorosísimo dadas las mil y un sensaciones encontradas que tengo con él. Entonces, lloré.

No voy a contarles qué pasó después, pero sí quiero contarles algo en particular sobre el mensaje. Decía en alguna parte algo así: Te vi en la calle el otro día, llevabas puesta una falda, me da gusto que aun las uses, y tú no me reconociste.

Jum... hay que desmembrar esta oración para entender por qué les digo que mi imaginación me salvó la vida ese día.

Primero: Te vi en la calle el otro día

No fui yo quien lo vio a él, no, fue él quien me vio a mí. Esto es algo totalmente natural en mi vida. La gente debe detenerme para hablarme en la calle. No les doy atención. Ya les expliqué que me la paso mirando al suelo, en mi mundo. ¡Qué cosa para más bella el que yo no lo haya visto a él!

Segundo: Llevabas puesta una falda.

Ok, aquí no hay tanto que decir sobre la imaginación y más bien explicar... ¿Sabrá el Aire que ahora ya está calificado penalmente esto como acoso? Ok, ok, sorry, muy extrema pero hay que ponerle la gota de mi humor negro a la situación.

Me hago viejaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora