26: Déjame montar tu Harley.

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— ¿A dónde te gustaría ir? —Simón y yo habíamos logrado escaparnos de Ian y Emily sin que ambos intentaran asesinarnos por el mal momento que les hicimos pasar. Sin embargo, no me arrepentía de ello.

Simón movía nuestras manos unidas mientras esperaba a que le respondiera. Estábamos yendo en busca de su motocicleta para salir a dar una vuelta y lo único que mi cabeza podía procesar era en mostrarle esa parte que aún le ocultaba. Quería darle un susto mientras me montaba en su motocicleta. Sonreí tan dulcemente como fui capaz de hacerlo y lo miré a los ojos, esos ojos verdes tan intensos que eran capaces de desnudar mi alma.

—La verdad es que me encantaría que me enseñara a conducir tu moto —Me encogí de hombros, intentando aparentar que no me importaba cuando mi rostro decía otra cosa. Eres buena actriz, Valery—. ¿Sería eso posible? Siempre me gustaron las motos pero nunca fui capaz de montarme en una.

Simón reflexionó por unos instantes su respuesta. Definitivamente su Harley era más que importante para él y no tenía el susto que tenía pensado darle. Estaba tentada a reírme, pero si lo hacía todo mi plan se iría al tacho.

—Si pretendes que te enseñe como manejar esta moto, debemos ir a un ligar con un amplio espacio —Simón tomó la Harley luego de tenderme el casco que debía ponerme—. Y sé exactamente a donde llevarte.

Simón nos guió a la entrada y me ayudó a subirme para poder ponernos en marcha. Quería gritar al sentir la velocidad mientras el conducía, el chico no tenía idea lo que me preocupaba esta situación. Estaba extasiada, no había nada que me gustara más que viajar en motocicleta, quizás sin casco, para que el aire me pegara directo en la cara. Reí de felicidad y ajusté mi agarre de Simón, haciendo que le medio volteara para observarme. No podía verle la cara y el no podía ver la mía, pero estaba segura de que ambos teníamos sonrisas a juego provocadas por el hermoso paseo.

Supe que estábamos próximos a llegar porque la velocidad de la moto comenzó a disminuir y el verde del lugar se extendía ante mis ojos. Era impresionante. No tenía idea de cómo Simón había conseguido ese lugar o como lo conocía, pero estaba completamente fascinada. Había un grupo de arboles que podían llegar a formar un pequeño bosque y un lago que asomaba en la parte más alejada. Definitivamente fascinante.

—Hemos llegado —Simón paró la motocicleta y, haciendo equilibrio, se quitó el casco antes de girar para observarme—. ¿Qué te parece?

—Maravilloso —Sonreí ampliamente—, y con bastante espacio para evitar que algo le suceda a tu Harley...

—Estoy más preocupado de lo que puede llegar a pasarte a ti —Susurró antes de bajarse de la moto. Si tan sólo supieras, cariño. Asentí porque si llegaba a abrir la boca me reiría en su cara por lo que estaba planeando hacer—. Que ni se te cruce por la cabeza sacarte el casco.

Asentí, riendo con malicia mientras me aprovechaba de la protección que el casco me estaba dando. Sabía lo que vendría, no estaba prestando un ápice de atención en el momento en que Simón me indicó como debía acelerar y frenar, y un montón de cosas más que hacían al funcionamiento de la moto. Mi cabeza sólo trabajaba en calcular el giro que daría antes de llegar a los arboles que tenía en frente. No puedes hacerlo a la primera. Si quería que la cosa sea realista, debía fingir que le había errado a los cambios o a la palanca que debía girar para frenar o acelerar.

Debería parecer que era la primera motocicleta que conducía y era seguro que las cosas no salían bien al primer intento. Puse en marcha la moto en cuanto Simón me dio la señal, lista para poner en marcha mi plan, y comencé a acelerar apenas. Avancé unos instante antes de clavar los frenos, logrando que el chico se pusiera pálido. Por un momento dudé con seguir adelante, mi plan era malvado, pero quería ver su reacción así que borré cualquier idea de dejarlo pasar.

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