18: ¿Qué quieres que hagas?

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— ¿Perdón? Esta es mi habitación, si te digo que te vayas, te vas. —Simón se había levantado de donde estaba sentado para enfrentarme.

—No me iré, Simón —Pero me encontraba retrocediendo hasta la puerta del balcón—. No hasta que escuches lo que tengo para decir.

La furia comenzaba a incrementar en su interior también, podía verlo en su mirada controlada. Estaba enojado, irritado y nada amable, completamente diferente al que Simón que estaba acostumbrada a tratar. Sin embargo, sí él estaba irritado, yo lo estaría el doble. No había hecho nada malo y por culpa del capricho de una idiota me tocaba pagar los platos rotos.

—Pues si no te vas tú, me iré yo. —Simón pasó por mi lado, evitando cualquier contacto conmigo, dispuesto a marcharse lo más rápido posible.

Gracias a mi enorme cerebro por contemplar esa opción y cerrar la puerta. Lo seguí al interior de la habitación para observarlo luchar contra la puerta. Mi sonrisa fue más grande cuando Simón continuó insistiendo en abrirla, negándose a creer que se encontraba cerrada. Cuando al fin dejó de luchar contra el pedazo de madera, dio un golpe de frustración antes de girarse para enfrentarme. Su rostro estaba ensombrecido, completamente intimidante, era un león enjaulado a punto de convertirme en su carnada.

—Abre la puerta. —Sus puños estaban apretados con fuerza a ambos lados de su cuerpo, su ceño fruncido y la molestia comenzando a acrecentar. Sip, había logrado que se enojara mucho.

—No lo haré, tienes que escucharme. —Haciéndome la fuerte, y en un intento por aparentar la seguridad que no estaba sintiendo, saqué la llave de mi bolsillo y comencé a girarla en mi dedo.

— ¡Maldita seas, Valery! —Su grito de frustración me asustó, al igual que el golpe que dio. Sin embargo, oculté todo el rastro del temor que estaba sintiendo— ¡Abre la maldita puerta de una buena vez!

— ¡Bravo! ¡El berrinche de niño rico! ¡Te felicito! —Comencé a aplaudir, en un intento de lucir más segura. Tenía la necesidad de impulsar lo que estaba diciendo y captar de una vez por todas toda su atención.

Cuando sus ojos se posaron en mí supe que mi idea no había sido tan buena. Quizás debería dejar que la puerta capte toda su atención. Simón se había convertido en un tempano de hielo, el azul de su mirada era frío y calculador, dispuesto a encontrar la forma de salirse con la suya sin ceder ante mi petición. No era lindo verlo en aquel estado, mi corazón se apretaba ante la perspectiva de haberlo perdido. Me estremecí cuando un escalofrío me recorrió cuando Simón amagó con acercarse a donde me encontraba.

Eres fuerte, Smith, deja que intente intimidarte. No lo logrará. Sus pasos eran lentos, decididos, con la intención de hacer correr de miedo a la persona que lo estuviese enfrentando. Conmigo no tenía tanta suerte. Estaba aquí para enfrentarlo, para escucharme y solucionar el problema. Si luego de que le diera una explicación quería enviarme al diablo, que lo hiciera.

— ¿Qué buscas de mi, Valery? —Su voz era baja, amenazante, provocando una serie de escalofríos en mi sistema. Simón estaba demasiado cerca, haciendo que el efecto sea mayor— ¿No te alcanza con tu noviecito que viene a buscarme?

— ¿Eres idiota o qué? —Mi insulto tuvo un efecto importante en él, su dureza flanqueo un poco mientras veía su lucha entre retractarte o seguir en su posición de negación— Pensé que había quedado claro que Cameron era sólo mi amigo, ¿A caso necesito hacerte un dibujo para que lo entiendas?

—No es lo que dicen —Sus ojos se entrecerraron en una mirada fulminante que tenía a mi corazón más que acelerado—. O lo que vi...

— ¿Y qué diablos fue lo que viste? Porque si me dices que todo este escándalo es por lo que la idiota de tu prima dijo, mereces que te abofetee —Mi furia creció con sus palabras, haciéndome creer invencible. Le iba a hacer daño si se atrevía a decirme que le creía a la hueca—. Vamos, Hilton, dilo de una vez.

Lonely Soul.Where stories live. Discover now