Una vez más siguiendo el curso de los hechos, Violeta se giró sobre sus talones y casi pudo observar nuevamente la delgada línea de luz que le atravesaba el hombro izquierdo; al instante y por auto reflejo, su mano derecha se posó sobre la delgada cicatriz que ahora sobresalía en su piel. Allí su cerebro hizo alto.

        Esa luz habría tenido que ser la flecha, Leo le había explicado en el museo que en ese momento pensó que lo mejor era matarla, por eso había disparado. Sin embargo, falló. Según él, que errara su tiro había sido por culpa de la explosión, pero… De nuevo sus neuronas conectaron las ideas correctamente. Segundos antes de la famosa explosión, Leo ya había fallado su tiro ¿Por qué? En realidad era tan obvio y sencillo, que Violeta sonrío entre satisfecha y sorprendida por no haberlo notado antes. Damon.

       El demonio había llegado casi a tiempo para salvarla, y solo era casi, pues no había tenido el tiempo suficiente para moverse él, provocando de esta manera que la flecha se incrustara en su pecho sellando así el contrato. ¿Y la explosión?… esa había sido después y provocada por Damon, ¿O si no entonces por qué eran azules esas llamas?

        De pronto, sus ojos se abrieron de golpe; su mano izquierda se fue hasta su boca para impedir que terminara en el piso, ahogando así el grito de sorpresa; y su mano derecha se instaló de golpe en el centro de su pecho, dónde podía sentir los acelerados latidos de su corazón.

       Todo este tiempo, Damon había alegado que si la mantenía con vida, era única y exclusivamente por el horrible pacto al que habían quedado unidos con Leo. Sin embargo, aquella noche… ¿Por qué la había salvado si el contrato no existía? Violeta sintió como si la tierra hubiese perdido su eje, y empezara a girar sin control. Eso simplemente no tenía ningún sentido ¿Qué estaba haciendo Damon detrás de ella en aquel momento? Nada los unía ¿Cierto? Ni siquiera se conocían ¿O sí? 

       El lugar, los recuerdos, y el nuevo descubrimiento, hicieron que Violeta entrara en shock. Su cuerpo se tensiono como si aun estuviera tratando de salvar a los ángeles, su corazón no bajaba el ritmo, y la adrenalina corría por sus venas compitiendo con su sangre. Entonces sintió que alguien la sujetaba por la espalda; y si su alma hubiese estado fuera, habría visto como otra grieta aparecía en ella.

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       Una punzada de dolor sacudió el cuerpo de David, cuando uno de los maestros que también impartían clases en la universidad, le saludó al entrar. Si bien Gabriel le había ayudado a curar las heridas, la que le hizo la flecha de Leo era la que más le lastimaba; pues el veneno de un hellhound en un ángel no tenía ningún efecto.

       En cuanto el hombre sintió en la mano los vendajes, rápidamente le liberó de su agarre y se disculpo ávidamente mientras le preguntaba qué le había ocurrido. David respondió amablemente que había tenido un torpe accidente de cocina. Era una suerte que las demás heridas no estuvieran en lugares muy visibles. Su espalda mostraba cuatro líneas del hombro derecho al costado izquierdo, que un zarpazo del perro infernal le había hecho; una de sus alas tenía tan bien marcada la mandíbula del endemoniado animal, que fácilmente podían hacer una placa de esta; y varios rasguños en el resto del cuerpo delataban que la pelea no había sido fácil, aunque hubiese vencido.

        David asintió en señal de despedida hacia su colega humano, y un suspiro se le escapo sin querer cuando sus ojos se posaron sobre el reloj en su muñeca. Aun faltaban quince minutos para que empezaran las clases, y los alumnos comenzaban a llegar; sin embargo, él no estaba precisamente de humor para dar clases, y encima ahora tenía que cambiar el vendaje nuevamente.

       La noche anterior, había sido un verdadero infierno para el ángel; descubrir que Violeta y Damon estaban unidos por una flecha de Leo, fue como ver sus miedos cobrando vida ante sus ojos. David sabía que lo suyo con ella era prácticamente imposible, algo que no debía pasar… pero pasó ¿Entonces qué significaba esa flecha en su camino? ¿Un castigo divino por no seguir las reglas? No, Dios no podía hacerle esto por amar; el amor era el sentimiento más puro en el universo, y no podían castigarlo por eso.

ALMA ROBADAWhere stories live. Discover now