Open the door

9 0 0
                                    

Me encaminaba hacia nuestra cita. Nunca había ido a ese sitio pero aún así cuando vi aquella estructura sabía que había soñado múltiples veces con ese sitio. Sabía qué locales le rodeaban, pero las puertas que aparecían en mis sueños estaban cubiertas por tablas de madera. Como si alguien no quisiera que fuera a ese sitio...

***

Mi respiración estaba entrecortada. Miré hacia atrás una vez más, no podía ver a nadie ahí. Suspiré y me dejé caer en el suelo. No sabía dónde estaba y miré al rededor. "Oceanía" leí en un letrero...Escuché unos pasos acercarse y me levanté una vez más. 

Nota mental: No debí haber salido de casa el día de hoy.

Lo sabía, me lo habían dicho. Era un mal día para ir a aquel sitio. Miré a los lados y me encontré con una puerta. Sin pensarlo dos veces la abrí y me di cuenta que ahí adentro hacía tanto o más frío que afuera. 

Nota mental: Debo llevar suéter a dónde quiera que vaya. 

Saqué mi celular y encendí la lámpara, miré a los lados. Era un espacio estrecho y húmedo. Me encontré con unas escaleras a las que no se les veía fin. Dudé un instante en bajar pero al momento de escuchar aquellos pasos solo me quedaba una opción. 

Nota mental: Debo aprender a defenderme. 

Mientras llegaba más abajo comenzaba a escuchar ruidos de alguien soldando algo. Sentía mi cuerpo temblar aunque ya había olvidado el frío. Una luz blanca llenaba el sitio, aunque conseguía que se viera verdoso. Un hombre estaba ahí, me miró fijamente y se acercó a mi.

— ¿Quién eres? -Se acercó a mi al tiempo que se quitaba sus gafas de soldar. 

—  Y-yo solo bajé. . . -logré tartamudear, y al tiempo el sujeto miró hacia arriba. 

— Es un sitio restringido -me miró severamente. 

— Me venían persiguiendo y yo -seguía tartamudeando mientras seguía sintiendo que en mi garganta solo se lograba crear un nudo. Cuando iba a contestar miró hacia arriba, había otros pasos. Yo dudé un segundo entre sí quedarme junto a él o seguir huyendo.

Salí disparada al fondo de aquel sitio. Encontré otra puerta y la crucé. Las luces eran intermitentes, palidecí al ver las jaulas que había por ahí. 

Nota mental: No debo entrar a sitios extraños.

Miré hacia atrás. Había mujeres con marcas de golpes en todo su cuerpo. Tenían cubierto su rostro con un pedazo de costal. Di un salto y grité. Eso solo logró atraer a las otras que se asomaron y sentí sus miradas. 

Nota mental: No debo entrar a sitios extraños.

Quería salir pero la puerta había desaparecido y en su lugar había otra celda. En ella había una mujer cuyo rostro era visible. Sus ojos eran negros y su piel estaba pálida. No se veía golpeada y en cuanto se levantó todas las otras corrieron al fondo de sus celdas a abrazarse. Miré a esa mujer con curiosidad y ella me siguió mirando fijamente. Sonrió. 

— Eres la primera que me mira tanto tiempo -musitó-, ¿qué se siente ser tan valiente?

¿Valiente? ¿Yo? Nunca me consideré así.  Aunque quería contestar mi voz no salía...Palidecí e intenté moverme, pero mi cuerpo no reaccionaba. 

— Serás la última que me mira de esa manera -miré al frente. Yo me estaba hablando...Más bien aquella que poseía mi cuerpo. 

Miré alrededor, estaba dentro de la celda. Intenté moverme, aunque tampoco lo logré. Lo que algún día fue mi cuerpo se agachó hasta mi y sonrió. 

  — Curioso, ¿no? Ya te acostumbrarás. No te preocupes -se estiró-. Ahora tengo que ir a disfrutar una vida, bye, bye. 

Y se fue...Perdí la consciencia.  

En mi etapa REMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora