Escapadas secretas

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Abro los ojos sintiéndome algo desorientado. Suele sucederme cuando me despierto en otro lugar que no sea mi habitación. A través de la ventana puedo ver que el sol está a punto de salir. Suspiro sintiendo todo mi cuerpo dolorido por lo que hicimos ayer pero en cuanto veo entrar por la ventana la mariposa infernal con el mensaje de la primera división me incorporo en el futón sintiendo como parte del semen que había quedado en mi interior sale manchando las sabanas bajo mi cuerpo.

–Mmmmm ¿qué hora es? ­–Miro a mi amante revolverse intentando aislarse de la luz y no puedo evitar llevar una mano para acariciar sus cabellos.

Dios, sentir mis dedos resbalar entre sus sedosos cabellos es uno de mis placeres preferidos, al igual que olerlo y sentirlo acariciar mi espalda y hombros mientras me posee. Su respiración tranquila se altera solo un poco cuando dejo de acariciarlo y no puedo evitar sonreír un poco. Supongo que si alguien me viera como miro a mi amante ni siquiera me reconocería. Yo, el frío capitán de la sexta división, Kuchiki Byakuya mirando de una forma tan sentimental a otro hombre. Sí, sin duda no se lo creerían.

–Tengo que irme –digo antes de bajar y besar sus cabellos sintiendo como sus cálidas manos salen de debajo de la manta y me abrazan pegándome a su cuerpo.

­–No, no te vayas aún. Todavía queda una hora hasta que tengas que presentarte en la división.

No puedo evitar estremecerme al sentir mi piel desnuda rozar con la suya y en cuanto sus ojos conectan con los míos siento que podría desafíar cualquier orden por él. Me acerco y lo beso sintiendo como abre los labios aceptándome e introduce su lengua buscando la mía. Se mueve para dejarme bajo su cuerpo y siento como su polla, semi fláccida se aprieta contra uno de mis muslos.

–No, tengo que irme. Es una citación del comandante Yamamoto.

Cuando digo eso se aparta de mi mirándome algo más serio y vuelve a besarme para luego levantarse sorpendiéndome.

–Está bien, entonces iré contigo. –Yo lo miro sorprendido. Normalmente es muy reticente a hacer algo que no sea estrictamente necesario pero últimamente es como si hubiera madurado.

–Solo han convocado a los capitanes.

–¿Y? Te acompañaré y te esperaré fuera. –Yo lo miro durante unos segundos mientras me visto y no digo nada más sintiendo como él sonríe victorioso–. Después de todo... soy tu teniente –dice con una gran sonrisa.

Sí, el hombre con el que mantengo una relación secreta y prohibida, que podría hacer temblar los cimientos de la sociedad de almas es mi teniente, y es el hombre al que amo.

---Varios siglos antes---

Salgo corriendo a la entrada de la mansión en cuanto escucho a los criados comentar que mi padre ha vuelto. Ha estado varias semanas fuera por una misión y en cuanto lo veo me lanzo a sus brazos y él me coge elevándome y haciéndome reír.

–Byakuya, hijo ¡como has crecido! –Dice sonriéndome y yo me pongo tremendamente feliz al escucharlo alabarme.

–Dentro de poco seré tan grande como tu, padre.

–Aun te quedan varios siglos para alcanzar a tu padre, Byakuya. –En cuanto veo a mi abuelo se me borra la sonrisa de la cara.

Mi abuelo es el cabeza de la familia Kuchiki, un clan noble con bastante influencia en la sociedad de almas. Siempre está serio y es muy estricto en cuanto a las normas. Mi padre lo mira con una leve sonrisa y una mirada algo triste. No me gusta. No me gusta que mi padre se ponga triste por culpa del abuelo. El abuelo es malo.

Mi secretoWhere stories live. Discover now