Nada se puede hacer

Cuando ella sonríe para Lyssander, no puedes evitar que te hierva la sangre. El león en tu interior ruge por recuperar lo que posesivamente haz marcado como tuyo.

Al ver a medio mundo ya ebrio, decides alejarla de aquel hombre que no la merece; de aquel hombre que no es tu.

-Lyssander- dices con galantería. El castaño y tu pelirroja se voltean a verte.- ¿Me permites un segundo a Dominique?

Scamander asiente. El azul de sus ojos choca con el marrón de los tuyos. Mientras tú sonríes por triunfo, ella te sigue con recelo a uno de los pasillos más oscuros.

Y cuando tomas su mano, sabes que es lo que va a suceder.

Cuando acaricias su cabello, cuando la sujetas con fervor y la besas, sabes lo que va a pasar.

Es inevitable: puedes ver su cuerpo curvilíneo debajo de ese vestido.

Sabes que va a pasar en cuanto delinees su mandíbula con besos; sabes que va a pasar cuando marques un camino de besos por todo su cuerpo

Ese cuerpo que haz acariciado infinitas veces, ese cuerpo que conoces de memoria. Ese cuerpo que hace enloquecer a tu cordura.

Sabes la expresión de desenfreno que ella pone. Su espalda se curvea, como si quisiera estar más cerca de ti. Como si eso los pudiera acercar más.

Y cuando tocas sus senos, aquellos que has mirado muchas veces, escuchas como suspira tu nombre. Haces ese proceso de contornear con tu lengua, de masajear con tus manos. No es la primera vez que lo haces y definitivamente no es con la primera mujer que lo haces. Pero estas enamorado y no te ves con nadie más.

-James- tu nombre ale entre sus labios, con una mezcla de dolor y placer. Pone sus delicadas, pero torpes y débiles manos sobre tu pecho, e intenta poner distancia entre ustedes- Para, dijimos que no habría próxima vez- su frase se ve interrumpida por un gemido, mientras tu ríes. Pero no es la típica sonrisa bromista. Es una sonrisa amarga, sarcástica.

Porque sabes que deberías detenerte. Nunca debiste mirarla como mujer. Tú, James Sirius Potter nunca debiste fijarte en Dominique Weasley, tu prima. Pero ya es tarde, y contra el deseo que ambos sienten por el otro nada se puede hacer.