Ella por supuesto se la pasaba evadiendo y buscando cosas que hacer para no toparse con él nunca ni ponerse en situaciones de riesgo.

No podía darse el lujo de ser despedida, en primera porque la situación económica estaba terrible y el desempleo a la orden del día y en segunda porque ni siquiera había logrado terminar el instituto y así no conseguía trabajo de nada.

Las empresas creían que el bachiller los hacía más listo y no es que fuera mentira pero al menos en ella no aplicaba. Era estudiosa, buena chica y ambiciosa, además de muy buena con las cuentas pero eso a nadie le importaba, solo exigían el certificado de culminación.

Se había visto obligada a trabajar, tras la enfermedad de su madre en diversos lugares mal pagados e hasta terminar en la floristería e incluso así le había costado mucho conseguir un empleo.

El corazón, un órgano tan vital estaba haciéndola sufrir, la diabetes y la presión arterial necesitaba dinero para ser atendidas y con su padre no podía contar.

Era bien sabido que a veces pasaban semanas antes de que llegara a casa en un estado deplorable, apestando a alcohol y sudor y por supuesto sin un solo centavo.

No solo había necesitado dinero para la comida sino que también pronto escaseó tanto que era imposible que pudiera ir a la escuela sin pasajes, no había dinero ni para eso, su madre y su hermana necesitaban medicamentos y ella era la única en condiciones de poder proveer.

Al principio se daba encontronazos con su padre que terminaban en lágrimas y arrepentimiento por parte de él, además por supuesto de la promesa de volver por el buen sendero, pero apenas unos días después la situación se repetía y con el engaño vino la desconfianza, el escepticismo y finalmente la resignación.

Antes solía salir a buscarlo por las noches preocupada de que le hubiera sucedido algo, arriesgándose a que algún infeliz le hiciera daño, pero lo hacía porque su cabeza no podía dejar de pensar en que algo podría andar mal; sin embargo, con el tiempo comprendió que nada era como parecía y que su padre no iba a componer el camino jamás.

Nunca tenía dinero y las deudas se fueron acumulando, entre ellas el gas, la luz y el agua, pero afortunadamente había llegado a un acuerdo con las instituciones para ir pagando a plazos y finalmente Brooke logró ponerse al corriente.

De su sueldo no podía usar nada para sí misma debido a que los gastos de la casa y medicamentos de su madre lo absorbían por completo.

Sin embargo, ella era feliz porque tenía una familia y un hogar.

—Deja de perder el tiempo suspirando por cualquier mocoso y ponte a trabajar —dijo la voz de su jefe—. Que costumbre tan horrible tienen las mujeres de andar por la vida creyendo cuentos de hadas.

Brooke lo observó, estaba de mal humor pero al menos no estaba de encimoso y eso se debía mas que nada a que su esposa estaba en el negocio. Eso siempre lograba enojarlo. Detestaba ver a su esposa en el lugar, sobre todo porque la señora contabilizaba cada moneda de la tienda y para más inri le boicoteaba sus intentos de coqueteo con alguna otra.

Sonrió al imaginarlo más tarde justificando todo lo que hacía falta y diciéndole a su esposa que seguramente nosotras robábamos.

Lo cierto es que su esposa bien conocía a su marido por lo que nada más le daba por su lado pero estaba segura de que en realidad sabía que él era quien malgastaba el dinero.

Brooke no respondió y se puso a rociar las flores con el atomizador lleno de agua.

En un principio le gustaba el olor a flores pero al final de su turno terminaba con dolor de cabeza. Poco a poco se fue acostumbrando y ahora ya ni siquiera sentía los olores.

Complacer al diablo. (serie El club de los desterrados 1)Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ