Si nunca olvidas, por qué no recuerdas todas las veces que te dije que guardaba en un libro bajo el colchón todas las flores que me regalaste a lo largo del año en el que estuvimos juntos.
Personajes:
¤ Scott Lang
¤ Peter Quill
Queda prohibida cualq...
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12. Recorte de personal ______________________
La semana se había resumido a lo mismo: Había vuelto a la rutina mediocre, tomé mi lugar frente a la computadora y comencé mi trabajo. Con la ligera diferencia de que recibía a diario un Buenos días que habría paso a una conversación amena sin nada forzoso de por medio y, también de que ahora, hacia las cosas más animado, hasta yo lo había notado, no porque me diese cuenta al instante, mis compañeros de planta me lo habían hecho saber y Jessica, por supuesto que no se había quedado atrás.
Las cosas iban bien, los números iban bien, los gráficos también iban bien. Incluso mi compañero al frente me dijo que si seguía así, quizás me subirían de puesto... Y la verdad me lo creí, porque incluso antes, yo hacia mi trabajo impecable aunque no me apeteciera siquiera sentarme en la silla. Hasta que nuestros derechos de antigüedad le valieron una mierda al dueño del edificio Baxter.
Cuando cortaron mis alas, yo estaba muy entretenido respondiendo un mensaje de Quill, donde me decía que iba a vender su batería en una de esas páginas de segunda mano y necesitaba que le ayudará al respecto; pero yo nunca había vendido cosas por Internet, prefería la forma convencional del negocio.
Recuerdo Lo mucho que había querido una estúpida batería, con el pretexto de que quería ser igual de cool que Peter Criss; también recuerdo cuando mencionó que había comenzado a ahorrar para comprarla. Aunque nunca supe si de verdad logró conseguirla.
El punto es que, Wanda, Johnny y yo íbamos para afuera, con una caja entre las manos que contenía nuestras pertenencias. Las cosas de Maximoff sobresalían de la caja, fotos, recuerdos, incluso su taza de café, iba decaída y vaya que yo sabia cuanto le gustaba su trabajo, tan bien lo sabia porque también lo sentí. Nunca supe el trabajo que tenia hasta que lo perdí. Aunque tampoco es como si la caja que yo llevaba cargando estuviera llena, ciertamente, no tenia nada más que mis carpetas y revistas viejas que me ponía a ver cuando tenía tiempo libre, eran tres, de las cuales podría decir sin problemas su contenido de las tantas veces que las he leído.
Íbamos platicando sobre el mal entendido que ocurrió y de cuándo iríamos a recoger nuestra liquidación.
- Desde el divorcio lo ha llevado mal, pobre Reed. - Mencionó la única mujer, quien había hecho un gesto de compasión al mencionar a nuestro ex jefe. Yo inmediatamente respondí a eso.
- Nosotros no tenemos la culpa de que haya perdido el juicio, por su culpa perdimos el trabajo.
- Culpa del abogado - Demandó Johnny.
- Su abogado no era tan bueno entonces.
Ambos me dieron la razón. A cada paso estábamos más cerca de las puertas de cristal cuando de pronto el rubio nos tomó de los hombros (él no llevaba caja, sí), se inclinó hacia adelante y como si fuera un secreto, nos murmuró:
