Capítulo 2

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Cuando llegamos a la residencia Pollock Halls, mi padre se apresuró en despedirse de nosotras y alejarse con su coche para dirigirse a la misteriosa academia

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Cuando llegamos a la residencia Pollock Halls, mi padre se apresuró en despedirse de nosotras y alejarse con su coche para dirigirse a la misteriosa academia. Años atrás había tratado de buscar por internet y entre sus carpetas alguna imagen que me mostrara el colegio, pero nunca daba resultado, no había ningún sitio con ese nombre.

Ana María se dirigió hasta su bloque pero traté de persuadirla para que se quedara un rato conmigo antes de ver su habitación, tenía miedo sobre quién podría ser mi compañero de habitación y si nos llevaríamos bien pero, sobre todo, si sería una buena persona que no le gustara meterse en líos.

Finalmente conseguí convencerla y nos dispusimos a entrar en mi edificio, donde se almacenaban distintos grupos de estudiantes, unos conversando y otros embobados con sus teléfonos móviles.

Nos detuvimos frente a la puerta cerrada de mi habitación y me quedé con la mano fija en el picaporte, debatiéndome si entrar o no.

—No seas miedosa, Laurie —se quejó Ana—. No te va a pasar nada.

Suspiré. En el fondo sabía que tenía razón pero me podía el miedo y la inseguridad al separarme de mis padres. Ya no podrían protegerme si algo malo me sucedía.

—Ya pero, ¿y si es una chica que le gusta la fiesta? ¿Y si pretende fumar y beber alcohol en la habitación? —arrugué la nariz disgustada—. O peor aún, ¡igual quiere mantener relaciones íntimas con chicos y me echa de la habitación! Yo quería compartir habitación contigo, Ana, y...

Me giré al ver que no me estaba escuchando, ni siquiera me miraba. Sus ojos se habían posado en un pasillo que estaba situado al fondo, poblado por máquinas expendedoras y estudiantes montando un alboroto.

—¿Ana?

—Ssí...perdona —respondió meneando la cabeza, volviendo en sí—. Me pareció haber visto a alguien que conozco.

—¿Quién?

Traté de fijar la vista en donde ella había mirado pero eran tantas personas que terminé por cansarme y desistir en mi intento, podía ser cualquiera.

—Seguramente me haya equivocado, ¿qué decías?

—Nada —suspiré mirando de nuevo el cartel que mostraba el número de mi habitación—. Solo cavilaba.

Decidida, Ana abrió la puerta en mi lugar y nos encontramos una pequeña habitación con dos camas individuales, un amplio ventanal, una mesa de escritorio, unas mesitas de madera y un par de estantes vacíos, además de unos armarios empotrados.

Sobre una de las camas se encontraba sentada una chica de tez morena y largo pelo negro leyendo un libro de psicología, parecía concentrada.

—¿Tengo dos compañeras? —preguntó al percatarse de nuestra presencia.

—Nn-no y-yo so-solo...

—Solo ella —intercedió Ana—. Yo soy de otro bloque pero vine a curiosear para ver quién le había tocado de compañera. Espero que la cuides bien, es muy tímida al principio pero luego se le pasa. Ah, por cierto, soy Ana.

Atary [Pecados Capitales] #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora