«Nos ponemos de parto»

1K 50 1
                                    

Seis meses después

Los chicos y yo nos hemos ido adaptando poco a poco, cada uno con sus familias, unos casados, otros con hijos y otros viajando por asuntos de trabajo, al volver Dylan no estaba, nos costó contactar con él, pero al final, pudimos y nos dijo que estaba en China haciendo un trabajo, dos meses después volvió de su viaje.

Cada uno esta en sus casas, con sus problemas y sus felicidades, con sus hijos, con sus esposas o viviendo en la caseta del perro del vecino.

Respecto a Jesús y a mí, es obvio que nos ha costado adaptarnos, al igual que todos los demás, pero nuestra adaptación ha sido especial, de un abrir y cerrar de ojos, por un viaje en el tiempo, me ha salido una tripa enorme, sin ton ni son he empezado a criar una criatura en mi vientre, es obvio que Jesús no tiene esta tripa pero, él también lo siente. Hemos pasado de tener diecisiete años a tener veintidós en meses, y de no estar a estar embarazados. Ha sido un cambio radical pero emocionante.

—Jesús,te estoy diciendo que eso va ahí no aquí.—refunfuño.

—Perdón cariño.—rueda los ojos.

—A mi no me ruedes los ojos, eso solo lo hago yo.

—Como digas preciosa.

Se acerca a mí y me besa aunque con dificultad ya que un enorme bulto nos separaba unos centímetros de más, no penséis mal.

—Esto crece por momentos.—me río mientras llevo mis manos a la enorme barriga.

—Llegará un momento que no podré darte un beso.—ríe junto a mi.

—¿Podemos acabar esto? Tengo unas ganas terribles de acabar.—bufo—Me duelen los pies, la espalda, todo.

—Sí, voy a por la caja de abajo.

—Vale.—sonrío.

Jesús baja a la planta baja y va a por la última caja. Estamos acabando de montar los pequeños detalles para la habitación de nuestro bebé, además de poner toda la ropa en su armario y acabar de arreglar el bolso que nos llevaremos al hospital el día que nazca el bebé.

—Cariño.—su voz suena alarmada.

—¿Que pasa?—me giro en su dirección.

—Estas mojada ¿Te has echo pis?

—No.—frunzo las cejas.

Me miro los pantalones y esta en lo cierto, estoy toda mojada y ni siquiera me he dado cuenta.

—Jesús, mi vida, mi amor ¡He roto aguas!—digo alarmada.

—No será verdad.—su tono de piel palidece.

—Si que es verdad, sí ¿Necesitas más pruebas?

—Llamaré a nuestros padres.—avisa.

—Acabo de Preparar la bolsa y nos vamos.

—Vale.

Cojo el bolso donde pongo ropa para mi para cuando salga del hospital y también para el bebé. Al acabar, bajo las escaleras y Jesús sigue hablando por teléfono, al verme, se despide y cuelga.

—¿Lo tienes todo?

—Lo tengo todo.—cojo el bolso con seguridad.

—Vámonos.—yo asiento.

Salimos de casa,nos montamos en el coche y Jesús conduce hacía el hospital, no nos pilla muy lejos, como a veinte minutos así que llegamos bastante rápido.

Al verme los médicos me ponen en una silla de ruedas, me llevan a una sala y me dan una bata para que me la ponga. Seguidamente me hacen ponerme encima de la camilla y ponen los monitores en mi barriga.

—Te pondremos esto para teneros controlados, ahora vendrá su ginecóloga y verá cuanto has dilatado.

—Vale.—asiento asustada.

Él sale de la habitación y nos deja a mi y a Jesús solos. Estoy muerta de miedo pero a la vez con ansias de poder verle ya la cara a nuestro bebé.

El motivo de ser padres primerizos es algo que me pone más nerviosa de lo normal. Hemos estando yendo a clases para la preparación al parto, aún así, no esperaba que esto llegase así, tan pronto.

—¿Estás nervioso?

—Mucho.—sonríe—Vamos a ver su carita en poco tiempo.

—Sí.—digo emocionada.

Media hora después, mi ginecóloga llega a la habitación y hace la típica expedición para saber cuanto he dilatado.

—Solo has dilatado tres centímetros, con eso no tenemos mucho, seguiremos esperando si no, nos tocará hacerte cesárea.—nos avisa la ginecóloga.

Mi vista se nubla a decir cesárea, entrar en un quirófano es el peor miedo que tengo.

—Tranquila, no será nada.—se ríe—Estaré en habitaciones próximas, cualquier cosa pulsais el botón.—ambos sentimos y ella se marcha de la habitación.

—Tengo miedo, no quiero entrar en quirófano.

—Te ha dicho que es una opción, no que vaya a ser, así que tranquila y seguiremos esperando.—besa mi frente.

—¿Te imaginas que tiene tu nariz? ¿O tus ojos color café?—sonrío imaginandome al bebé con dichas características.

—¿Y porque no,tus ojos verdes?—alza ambas cejas divertido.

—Me gustan tus ojos.—digo segura.—Transmiten seguridad, tranquilidad.

—Tal vez tenga los míos pero estoy seguro que tendrá su nariz hermosa.—se ríe.

—Quien sabe.—alzo mis hombros mientras arrugo la nariz a causa de una contracción.

Las horas pasan, y yo apenas dilato, es algo que me da mas miedo, aún así, seguiré pensando que puedo hacerlo naturalmente.

Las contracciones van y vienen, unas son mas fuertes que otras, unas duran más tiempo que otras, aún así no hay señales de haber dilatado más. Espero que solo sea cuestión de un par de horas más y no se alargue mucho más.

[CONTINUARÁ…]

¿Conviviendo con los 7? [FINALIZADA] #PGP2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora