Capítulo XIV.

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Takeshi Kei.

Después de una mañana difícil, llegué a casa y me recosté en el sofá de la sala. Después llegó Yui, que tardaba demasiado en volver por ir a tiendas con su amiga.

Mi hermana entró y dejó su mochila en el sofá de al lado. Cuando me vio acostado ahí, se sentó y me miró preocupada.

-¿Pasa algo?
-No, todo está bien.
-Siempre llegas a estudiar, y hoy estás acostado en un sofá mirando a la nada...

Puse mi brazo cubriendo mis ojos y mi hermana tocó mi frente. Se levantó y dijo cosas que no escuché...Solo podía pensar en... Me sentía traicionado y punto.

Caí en su trampa... Me enamoré de alguien que solo jugó con mis sentimientos. Por razones así, prefiero no relacionarme con nadie que pueda interferir en mi estudio, como lo hace Satou... Desde que lo conocí robó mi atención, y ahora también mi corazón.

Me sentía repugnante, yo mismo me daba asco, me asustaba ver cómo sufría por un chico... Un día de mi vida, a la basura. Durante todo el día, no pensé en otra cosa más que en él.

Después de dos horas, yo seguía en el sofá pensando en Satou. El teléfono sonó y Yui lo respondió.

-Es Satou.
-Dile que no estoy.

Mi hermana, como toda una mala cómplice, le dijo "Él dice que te diga que no está"... Podía ver su sonrisa malvada desde el sofá.

Ella comenzó a decirle cosas como "Él está raro, en un sofá mirando el techo". Me levanté y tomé el teléfono...

-Hola.
-Takeshi... Te quiero, ¿Puedes escuchar mi explicación?
-Ya te dije. No quiero que sigamos siendo novios, tampoco amigos.

Su silencio hacia que me doliera el pecho. No era fácil decirle algo así... Había olvidado que Yui estaba cerca. Cuando miré al rededor, estaba justo sentada a mi lado derecho viéndome con los ojos abiertos como platos.

Volví al teléfono.

-Satou...
-Te quiero.

¿Podía sentir más dolor que ese? Sabía que todo era parte de una apuesta, pero sentí que lo que me decía era en serio. Que esas palabras venían desde su corazón. Yui seguía viéndome...

-No juegues así.
-¡Créeme, te quiero!
-No... Satou, hablaremos después.

Terminé la llamada. Sentía que me pesaba el cuerpo, volví al sofá y me acosté. Mi hermana volteó a verme.

Satou... La única persona que puede hacerme sentir feliz o triste, es él. Quería desahogarme, y ahí estaba mi hermanita, que ya sabía parte de la historia.

-Yui... No me siento bien.
-¿Qué pasó?

Le conté todo... Completamente todo, de principio a fin. Era una historia vergonzosa, pero mi hermana no se iba a burlar de mi.

Al día siguiente, me organicé y fui a la preparatoria como un día cualquiera. En la entrada del salón estaba Satou, cuando traté de entrar, él tomó mi mano. Me sentía tan débil y triste que no tuve animo de apartar mi mano de la suya.

Me llevó hasta un jardín atrás de los salones, que tiene unos árboles grandes y muchas flores, casi nadie iba.

Nos hicimos atrás de un árbol. Mi cuerpo estaba muy débil, tuve que apoyarme en el tronco del árbol para poder estar ahí. Satou se acercó y puso sus manos en mi pecho.

-Escucha. Es mi culpa todo esto, lo sé... Pero tengo mis razones.

Quería escucharlo y a la vez no. Pero ya que estábamos allí, decidí escucharlo. Llevó sus manos por mis hombros, mis brazos y bajaron hasta que nuestras manos se juntaron.

Por inercia, entrelazamos nuestros dedos.

-La apuesta no fue mi idea. Mis amigos, el día del trabajo, me dijeron sobre la apuesta. Dije que no, pero pensé unos segundos, y era mi única oportunidad de acercarme a ti, ya que siempre me ignorabas. No podía ser tan evidente, si no era gracias a la apuesta. Tuve miedo de que se burlaran de mi por gustar de un chico.
-Está bien... Pero el daño ya está hecho. Te quiero como a nadie, pero estoy destrozado. Por eso, ya no seremos pareja.

Me alejé de él y corrí hasta el salón. Sentía un peso en el pecho. No entendía por qué tenían que pasar cosas así. Yo no quería sufrir por amor, como lo había hecho el día anterior.

Cuando iba a mi casa, saliendo de la preparatoria, Satou estaba caminando en círculos cerca de la salida. Cuando me vio, corrió hasta mi y agarró mi mano.

-Vamos a la azotea.

No respondí a eso. Pero de igual forma caminamos hasta allá. Estando ahí, Satou sacó de su mochila comida chatarra y se sentó, me senté cerca a él.

Se me acercó rápidamente y me besó. Respondí el beso y comencé a tocarle la cadera. Besé su cuello mientras él se disculpaba por lo de antes. Metí mi lengua en su boca y me abrazó fuertemente. Desabotoné su pantalón. Recordé lo de la apuesta y sentí miedo de que todo fuera un juego.

Me detuve. Aún sentía dolor por lo de la apuesta. Me aparté y froté mis ojos.

-Takeshi, siempre me has gustado.
-Ya te dije, las relaciones son un problema. Podemos ser amigos, no sería tan doloroso.
-¡De nuevo eso! Yo no necesito amigos, quiero que seas mi novio.

Me besó otra vez, traté de apartarlo, pero no pude. Seguía besándome a la fuerza y mi teléfono sonó. Saqué mi celular, era mi hermana. Para contestar, empujé a Satou, pero él volvió a besarme.

Mi teléfono dejó de sonar, pero comenzaron a llegar mensajes. Satou se alejó y se arregló el cabello. Ambos estábamos mal, pero no podía seguir así, desde el principio no quería ningún tipo de relación, las relaciones arrebatan la paz y la tranquilidad, y todo lo parecido.

-Me voy.
-¿Qué tengo que hacer para que me perdones?
-Nada. Ya te perdoné, pero no seré tu novio, ni de nadie.

Me levanté y comencé a bajar las escaleras, Satou me siguió. Caminamos juntos hasta cierto punto, paramos porque su casa queda más cerca que la mía.

Nos despedimos y él se fue. Seguí mi camino, recordé que mi hermana me estaba llamando, me apuré a llegar a casa.

Cuando llegué a mi casa, estaba Yui sentada en la banca del jardín. Me saludó moviendo su mano.

-¡Me asusté! Siempre llegas primero que yo.
-Estaba haciendo algo.

Entramos a la casa, mi hermana me miraba, parecía mi mamá preocupada por mi. Inmediatamente el teléfono sonó, mi hermana contestó y me lo llevó. Obviamente era Satou.

Dejé la mochila en el mueble y me llevé el teléfono a la oreja.

-Hola.
-Hola, soy Haruka.
-¿Quién? Está equivocado.
-El mejor amigo de Satou.

Me confundía el hecho de que él me llamara, y tampoco sabía cómo tenía mi número. Recordé que él era el que había ido a la cafetería, un chico completamente gay, se parecía mucho a Satou, pero no era tan afeminado como Satou.

-Quiero hablar contigo, ¿Tienes tiempo hoy?
-Si.
-Nos vemos en el parque al frente de la preparatoria, en diez minutos.
-Está bien...

No sabía por qué quería hablar conmigo. Pero acepté. Le dije a mi hermana que saldría.

Caminé rápidamente hasta ese parque y ahí estaba él. Me saludó de lejos y se sentó en un juego para niños. Ya era muy tarde, no habían muchos niños allí.

Una apuesta porque me gustas.Where stories live. Discover now