Los miró a todos preguntándose cómo haría para mantenerlos tranquilos y que siguieran dándole crédito.

—No puedes jugar más —dijo otro a su espalda—. Debes hasta lo que llevas puesto y la deuda ya es bastante impagable.

—Por supuesto que puedo pagarla —respondió ofendido por la forma en que estaban tratándolo.

—Entonces liquídala —dijo el tercero sin preámbulos—. Cuando lo hagas podrás volver a jugar, mientras tanto no. Paga ahora y podrás volver a la sala.

—Ni en una vida tendrás el dinero —agregó Maddox con una sonrisa maliciosa—. ¿Conoces el plazo de pago?

   El hombre negó.

—Treinta días —dijo el de los tatuajes que él identificó como Hurs—. Treinta días a partir de esta noche.

—Puedo saldarla con un último juego en esta misma noche —dijo y los tres propietarios rieron a carcajada suelta.

—¿Nos crees estúpidos? —cuestionó Maddox—. No tienes ni en qué caerte muerto y pretendes que te demos crédito.

—Tengo algo muy valioso para apostar —dijo y el hombre enarcó una ceja.

   Maddox miró al hombre buscando el truco. Él bien sabía el comportamiento de los viciosos y Kannavage los cumplía todos en demasía. Estaba sudorosos, nervioso, ansioso, irritable, retorcía sus manos buscando un poco de sosiego que no conseguía, todos los síntomas de un ludópata.

—¿Qué puede tener un muerto de hambre como tú que pueda interesarme? —dijo Maddox clavando la mirada sobre él.

—Tengo algunos ahorros en el banco —dijo escuchando la burla descarada del hombre.

—¿De verdad crees que eso cubre tu deuda? —inquirió—. Tus ahorro de puberto no sirven para nada. Así que lárgate y tienes treinta días para liquidar los pagarés que has firmado.

—Necesito un juego más —repitió el hombre—. Solo uno más, te aseguro que estoy de suerte y voy a ganar.

—Échenlo —dijo y su amigo salió justo cuando dos hombres entraban por el borracho apostador.

   Maddox se puso de pie para salir de ahí pero la voz del sujeto de nuevo lo detuvo.

—¡Tengo una hija! —gritó desesperado paralizando a Maddox que volvió a sentarse.

—¿Y debo sentir lástima por eso? —inquirió pero el hombre negó.

—Puedo apostarla —dijo con determinación.

   Si los hombres se sorprendieron ninguno mostró emoción alguna. Al menos ya nada los asustaba, los viciosos eran capaces de apostar su vida si eso les daba un juego más.

—¿Y para qué querría yo a una cría tuya? —preguntó sin mostrar el asco que le provocaba el hombre.

—Es hermosa —insistió—. Estoy seguro de que le encantará. También puedo asegurar que es virgen.

   Maddox sintió ganas de vomitar al escuchar la estupidez del hombre.

—Tengo una casa —dijo agregando lo mas que podía—. Es grande.

   Maddox abrió su cajón y le sacó un pagaré en blanco.

—Firma y a partir de hoy tienes exactamente trescientos sesenta y cinco días para pagar el total de la deuda, de lo contrario tu casa y todo lo que haya dentro me pertenecerá —dijo mientras sus compañeros aunque en desacuerdo jamás se restaban autoridad entre ellos.

  El hombre firmó el documento en blanco e incluso ofreció dejar la escritura en consigna pero fue desestimado.

—Juega esta noche y después de hoy no vuelvas hasta dentro de un año o antes para pagar —dijo poniéndose de pie.

   Albert Kannavage sonrió orgulloso de su transacción antes de salir por la puerta y volver a la sala de juegos.

—¡Estás loco! —dijo su compañero—. Has aceptado el tráfico de personas.

—Ha firmado por jugar toda la noche, gane o pierda —respondió—. Deben darle todos los juegos que pida, su deuda de esta noche es por una propiedad y lo que haya dentro sin la mocosa claro está, aunado a lo que ya debe, su deuda es impagable. Él solo se ha vendido al diablo…

Buenas de nuevo, ya estoy por aquí, así que nos leemos mañana con esta historia y bueno en unos minutos benditas tentaciones

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Buenas de nuevo, ya estoy por aquí, así que nos leemos mañana con esta historia y bueno en unos minutos benditas tentaciones. Y pues el prólogo de A segunda vista la historia de Viktor ya está disponible. Gracias.

Complacer al diablo. (serie El club de los desterrados 1)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora