soufflé.

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hong jisoo fue, por mucho, el mayor acierto de mi corta vida.

desde el primer momento en el cual su pálido pie pisó mi estudio, supe que este hombre no sería ni un poco fácil de manejar y manipular. silencioso, reservado, y estúpidamente hermoso. con sus rasgos delicados, los hilos negros sedosos que insistían en caer sobre sus deslumbrantes ojos, su estatura mediana -pero, woah, ¿cuántos centímetros tenía el hombre en sólo una pierna?-, hasta aquella pintada oscura debajo de su ojo derecho. perfecto. y todo eso contribuía con la extrema atracción que sentí por él desde el primer minuto en que posé mis ojos en su figura, pero el problema era; mi posición, yo era heterosexual. quiero decir, pensé que lo era hasta que esta plaga se postró en mi campo de visión. pero, como el buen falso hetero, nunca he de admitir que quedé atrapado por otro hombre tan pronto.

toda la desgracia -quiero decir, historia- comenzó cuando boo seungkwan, un individuo extremadamente escandaloso al que me refería como mejor amigo y, por desgracia también mi jefe, dijo que sería mejor contratar a un compositor para trabajar conmigo. por supuesto que en el primer momento encontré la idea totalmente absurda y negué con todas mis fuerzas. decía que no necesitaba a nadie más en el mismo estudio que yo, pero también tenía en mente, vagando, que cada vez era más difícil cumplir con la demanda de canciones que estaba obligado a producir en mi día a día, como el único productor responsable de una boyband. no era que odiara mi trabajo -todo lo contrario, yo amaba lo que hacía-, pero cada vez era más desgastante. y es por eso que con un tiempo, terminé por aceptar la propuesta que me dejó el señorito ideas -como le coloqué yo al tener tantas cosas mezcladas en su cabecita-

no sé si esa fue la mejor o la peor desición que he tomado en mi vida. los primeros días, el individuo me llegaba con un café en la mano, se sentaba en su escritorio -que, por ironías de la vida y del destino, estaba colocado en frente del mío- y pasaba el resto del día perdido y con la cabeza metida en el medio de sus composiciones, sin siquiera dirigirme unos buenos días o un saludo cordial. ahora dime, ¿cómo iba a funcionar la famosa cooperación de la que todos hablan con un ser humano como aquel?

afortunadamente, ese proceso de vamos a ignorar al colega de trabajo no duró más allá de una mísera semana, ya que teníamos el deber de producir la melodía juntos. y, enserio, mi gente, la primera vez que aquella mítica criatura abrió la boca para cantar, yo ya me encontraba en el suelo llorando en posición fetal por meros dos motivos:

primero; su voz era simplemente maravillosa, increíble. parecía una de esas voces hipnotizantes que narraban los libros fantásticos.

segundo; él debía ser al menos un gótico depresivo disfrazado de compositor benigno. ¿dónde encuentro, entre cuatro composiciones una sin hablar de algún hecho triste? digo, no es que esté mal, pero aquello rebasaba los límites de mi cordura. aún así, yo, choi seungcheol, como el blandengue que era, lloré a gota gorda mientras las leía.

fue ahí donde mi supuestamente protegida -frágil- heterosexualidad se comenzó a ir lentamente a una bolsa de basura. un mes ya había transcurrido desde el episodio de yo-no-lloré-con-sus-letras-góticas-y-depresivas-gg, y cada vez me sentía más atraído por esa desgracia magnánima y hermosa. seungkwan como el amigo marica menos despistado del lugar, se dio cuenta de que estaba coladito por mi colega. y, por supuesto, él hacía todo lo posible para que confesara -porque, bueno, nunca le dije nada-. pero mi amigo, fui fuerte hasta el último minuto del interrogatorio del rubio, afirmando que mi hipotética heterosexualidad aún estaba allí, firme el intacta.

bueno, eso fue lo que presumí hasta que el susodicho entró en el estudio de grabación con el típico café entre sus delgados dedos, en el mismo lugar donde yo me encontraba discutiendo mi presunta sexualidad con boo seungkwan. y obvio, cumpliendo con el papel de mejor-amigo-gay-sin-noción-, boo abrió la boca e invitó al muchacho extranjero a salir conmigo, le dijo que yo era demasiado cobarde para intentar invitarlo por mi mismo y por ello se tomó la molestia de decirle tal locura por mi. yo ya me estaba preparando mil y un argumentos para defenderme y salir insulso de allí, pero antes de formular cualquier tipo de frase, un rotundo salió de la boca de la plaga.

y ese fue el primer acierto que tuvo hong jisoo conmigo.

puedo decir que nuestro primer encuentro fuera del estudio fue un total desastre. no lo llevé a cenar, lo llevé a una pequeña cafetería ubicada en el centro del estado, ya que había notado su nada normal obsesión con el café oscuro. y, por supuesto, como soy la criatura más torpe que ha pisado la tierra, terminé tropezando y tirando mi delicioso mocca en la camisa blanca que llevaba el infame. ya estaba casi llamando a seungkwan para pedirle un funeral y un ataúd, pero el extranjero apenas me miró y se rió. digo, yo había legítimamente derribado el café en su inmaculada camisa blanca y él se rió de mí. la plaga se me hizo cada vez más y más confusa.

después de otro episodio vergonzoso -el café- pensé que hong nunca más se iba a atrever a salir conmigo, pero, de nuevo sorprendiendome, él mismo tomó la iniciativa de marcar nuestro próximo encuentro.

y yo, diciendo adiós a todo rastro de heterosexualidad que aún juraba que se hallaba en mi, acepté.

ese fue mi primer acierto con hong jisoo.

no sé decirles en qué momento exacto fue en el que perdí toda la vergüenza que me caracterizaba y comencé a pedirle citas más constantes al azabache, aunque siempre fue mejor que yo en las fechas. sólo puedo decir que, a partir de ese momento, empezamos a construir nuestro manso castillo.

cuando nosotros al fin oficializamos nuestra relación, un seungkwan alocado y emocionado casi toma el altavoz de su oficina para gritar por las calles que después de tanto tiempo de mirarse y lanzarse miradas nada discretas, su cheolsoo era real. como yo había perdido a mis padres ya hacía un tiempo atrás, no tenía que preocuparme más allá de un boo descontrolado, pero hong todavía tenía a sus dos padres. me atrevo a decir que jamás pasé por un nerviosismo tan grande como el que tenía en ese entonces, ya que junto a la afirmación de nuestro reciente noviazgo, jisoo también afirmaría que tiraba hacia el bando contrario. su madre, como todas las madres con un sexto sentido instalado en lo más recóndito de su ser, ya tenía sus ciertas dudas de su hijo y el shock no fue ni tan grande ni tan escandaloso de su parte. su padre se desmayó y me hizo entrar en una desesperación que no sé ni definir en palabras coherentes. recuerdo nítidamente que, después de algunos días, el señor hong me interrogó quién era el activo de la relación.

yo nunca vi a un hombre llorar tanto.

con el tiempo, la plaga, con su intrépida y simpática bola de pelos descendiente de satanás vino a vivir conmigo. no me malentiendan, pero esto más que seguro de que ese gato tenía algún pacto para conseguir destruir cuatro zapatos en apenas un día. siempre eran los míos, nunca los de jisoo, lo que llevaba al extranjero a decir que yo estaba exagerando cuando decía que su precioso gato estaba tramando un complot en nuestra contra.

y bueno, sacando el hecho del pequeño lucifer entre nosotros, vivíamos bien. por obviedad teníamos nuestros altos y bajos, algunos desentendidos aquí y allí, pero nada muy grave. por muy raro que suene, la plaga de mal humor se me antoja adorable y me hizo muy feliz.

pero nuestro cuento de hadas no duró más allá de dos años. y eso me llevó a la conclusión de que, aquel castillo que habíamos construido con tanto amor, era en realidad hecho de cartas, donde un simple soplo podía hacerlas caer.

en aquel sábado de junio, lluvioso como ninguno, cometí mi primer error con hong jisoo.

en aquel sábado lluvioso creamos un malentendido que terminó feo y muy mal. no recuerdo muy bien el porqué y tampoco me preocupa el obligarme a recordar.

en aquel sábado de junio, lluvioso como ninguno, hong jisoo pasó por la puerta del apartamento que solíamos llamar nuestro. sin darme antes un último abrazo, un último beso, un último adiós.

en aquel sábado lluvioso, hong jisoo había atravesado la calle en el momento equivocado.

el viento había soplado.

y con eso, el castillo de cartas había caído.

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la autoría de esta historia no me corresponde, sólo la traduje y adapté al idioma español.

muchas gracias; acevixx ✨

house of cards ° cheol.sooWhere stories live. Discover now