Seis

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Las brujas de Nueva York

Sabes que no eres un adulto completo y serio cuando la presencia de tu madre se siente como un regaño en proceso. Es raro que Jack Frost tenga la sensación de que hay algo mal en su vida, no obstante, la presencia de su madre siempre le ha puesto las cosas en perspectiva. Que tan bien o que tan mal va su vida, él está seguro de que lleva todo en orden y con éxito pero la inseguridad en su interior le dice que tal vez no es así.

A la lejanía encuentra a su madre y a su hermana en las escaleras eléctricas del aeropuerto. Le sonríen, parecen tan alegres que él no puede evitar sentir la calidez en su corazón. La sangre le palpita y le hace saber que su familia está ahí por él y para él y todos sus problemas podían ser olvidados por un momento. 

—¡Ahí están! —señaló Ross sonriendo de oreja a oreja, Jack asintió y suspiro—. Cielos, la abuela se ve como si quisiera desfilar en el fashion week. ¡Qué cool! 

—Eso parece —afirmó contemplando el conjunto elegante de su madre—. Hace muchísimo que no las veía. Me siento muy feliz pero no dejo de pensar que se viene la tormenta. 

—¿A qué te refieres papi? —indago Ross sonriendo y saludando a su abuela con la mano a la distancia—. ¿A nuestro nuevo hermano? ¿Crees que se moleste? 

Jack bufo, miró a su hija y negó. 

—No por el bebé, ella nunca haría algo como eso pero no se me ocurre cómo podrá reaccionar. 

—Ella odia a Elsa más que Jessie cuando la conoció. Entonces, oh, oh, creo que habrá una batalla en casa. 

—Claro que la habrá. Pero, shh, ahí vienen… ¡Emma, mamá! 

—¡Cielo! —su madre soltó su valija y se acercó a él para envolverlo en un abrazo fuerte y cálido. Lo extrañaba tanto porque era su niño y siempre lo vería como un pequeño que necesitaba de ella, sobre todo con alguien como Elsa de esposa—. Oh, no tienes idea de cuánto te eché de menos. 

—Yo a ti mamá —afirmó él antes de separarse de la mujer del cabello corto, blanco y la elegancia de un flamingo al caminar. 

Emma aprovechó para acercarse a su hermano y saludarlo y abrazarlo. Después de todo, hacía tiempo que ni lo veía y los Frost acostumbraban a ser una familia unida, o bueno, al menos así lo fue hasta la muerte de Aurora y la segunda boda de Jack. 

—¡Pero mira quién es esta lindura! 

Ross agitó sus espesas pestañas ante el cumplido, amaba a su abuela, con todo el corazón y su abuela le daba ese amor al doble. Era una mujer amable y linda cuando se le conocía bien. 

Su madre y ella llevaban una relación pacífica. Eran familia y la familia siempre está ahí para ti, Ríos nunca entendió por qué su abuela no podía sentir lo mismo por Elsa que era tan noble, sin embargo no quiso presionar las cosas demasiado. Ross la adoraba y eso debía a bastar. 

—Hola, bubu. 

Olivia y ella se abrazaron con fuerza. 

Al separarse la mujer puso las manos sobre el rostro liso e inocente de su hermosa nieta, sus ojos se aguadan y le sonrió en medio de espesa nostalgia. 

—Eres idéntica a tu madre. Dios, mío estás preciosa. ¡Incluso tienes su cabello y sus ojos! ¿No es cierto Emma? 

Su tía de cabellos castaños y mirada avellana le sonrió y le dio un rápido abrazo antes de poder contemplarla mejor. 

—Es verdad, Ross estas preciosa. Te miro y lo único que veo es a ella. 

Cuando anhelas lo imposible es inevitable no sentir el dolor en el medio. La pequeña Ross siempre, siempre amaría a su madre con alma y corazón, enteros. Ella era su madre y ella había dado la vida por ella y escuchar de su abuela y su tía que era el vivo retrato de ella era un halago que excede sus expectativas. 

Elsa's Family Donde viven las historias. Descúbrelo ahora