CAPÍTULO 32 - Barna

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Aitana
– ¡ Eres muy pesada ! – dejo caer mis brazos sobre mi regazo y le repito a Marta como mínimo por undécima vez que no voy a hablar, no de Luis en mi casa.

Insistente es un rato y no ha acabado aquí la conversación. Ni aunque me tapase los ojos y los oídos podría evitarla.

De pequeña era la de las trenzas por toda la cabeza y las uñas mordidas, de adolescente la más efusiva de todas y ahora... Ahora era Marta el terremoto.

– Y ayer por la noche ya me imagino... – ruedo los ojos y aprieto ente mis dedos su rodilla, chincharla al menos, que me deje tranquila – seguid así eh. Algún día no llegarás tú sola a casa de Belén y Cosme. Te aviso.

Tengo que achinar los ojos y colocar bien las gafas sobre el puente de mi nariz para caer en la cuenta de por dónde van los derroteros en la conversación que Marta, ella sola, ha montado. ¿ Mi amiga qué piensa ?

– ¿ Qué dices, loca ?

– ¿ Con condón verdad ?

Le doy un codazo e intento deshacerme de ella obviándola cuando me pongo los auriculares. Le he repetido durante todo el camino que esta conversación aquí no procede, todo el vagón puede escucharnos.

– Pues eso espero, la verdad. Porque sería una putada – sus ojos parecen salírsele de las órbitas y pega un salto – ¿ Tú has hablado de esto con el tito Luis ? – frunzo el ceño y decido escucharla, posiblemente tiene razón en lo que está diciendo y yo, una vez más, la estoy ignorando pensando que puede ser una tontería – Aitana, lo que te decía, ¿ has hablado con Luis ?

Ahogo una carcajada cuando una señora nos escucha y lanza una mirada inquisitiva. Posiblemente haya escuchado nuestra conversación desde que salimos de Madrid y le acabe hasta interesando mi vida, mis líos y movidas.

– A ver cómo te digo yo a ti esto... – susurro y miro a mi alrededor incorporándome – ¿ Tú crees que habiendo compartido dos noches ya hemos pensado en...? Marta por favor, deja de presionarme.

– Pues muy mal.

– Marta, sé lo que hago y tenemos cuidado. No somos críos.

– Muy mal compartir sólo dos noches – murmura.

Y le daba la razón, muy mal, por mí. Que desde que Lucas, mi ex, apareció de nuevo y coló su mano bajo mi falda, había tomado distancia con todos. Luis incluido, aunque tampoco había insistido.

– ¿ Te digo la verdad ? – asiente deseosa de información – esta última semana no he tenido tiempo ni para pensarlo.

– ¿ Y Luis ?

Pero Luis, por muy atento que sea, ha estado de un lado a otro. Corrigiendo hasta la última oración de los trabajos que le han entregado y rotulando las circunferencias que mis compañeros de segundo curso todavía se olvidan de hacerlo.

Observo a Marta sobre las gafas de sol y alzo una ceja. Ya sabe lo que quiero decir.

(*)

Besos y arrumacos. La revisión de mi madre y las insistentes preguntas de mi padre.

– Te veo más delgada cariño – murmura ella, ya sabe que no me gusta hablar de estos temas –, ¿ comes bien ?

– ¡ He aprendido a cocinar ! – Marta vitorea y aplaude, siempre fue impulsiva – y cuando no, Ana se ocupa.

– Y yo, y yo – mi amiga levanta la mano, no quiere quedarse sin que le reconozcan su mérito. Claro, estuvo dos semanas en mi casa y lo único que hacía era acudir al McAuto con el coche de Roi.

ACORDES SOBRE TU PIEL || AITEDATempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang