C A P Í T U L O 1.

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Se despertó alterado, con el sudor y las lágrimas mezclándose en su rostro, y media hora antes de que sonara la alarma.

Habían pasado dos meses desde aquel fatídico día, dos meses de mucho dolor y culpabilidad.

Se incorporó en la cama, pasándose las manos por el pelo con intención fallida de colocarlo un poco y suspiró. Todos los días era la misma mierda, pero con la ansiedad creciéndole aún más en su interior y podría arriesgarse a decir que quizá también algo de depresión.

Se levantó de la cama con las pocas ganas de vivir que le quedaban, cogiendo todo lo que necesitaba a su paso antes de entrar al baño que tenía en su propio dormitorio. Dejo las cosas sobre la tapa del retrete y apoyándose en el lavabo miró su reflejo en el espejo. Las ojeras cada vez se le marcaban más, debido a su continuo insomnio, sus ojos habían perdido su brillo natural y ahora solo se veían apagados y tristes. En general, todo él estaba bastante descuidado.

Dirigió su mirada hacia su abdomen, justo por encima de donde empezaba la cinturilla de su bóxer. No estaba orgulloso, en absoluto, pero aquellas marcan le hacían mucho bien. Eran lo único que le hacía sentirse mejor.

Se despojó de la única prenda de ropa que portaba y se metió en la bañera, sentándose en el suelo de la misma segundos después, y dejó que el agua fría cayera sobre su cuerpo. No era capaz de describir cuan placentero le era el dolor físico para mitigar todo aquel dolor que sentía su corazón y todo aquello que se reproducía en su mente sin parar.

Estuvo bajo el agua casi media hora, en la que solo se dedicó a llorar y a tratar de quitar su dolor con aquella hoja metálica rasgando su piel.

Cuando se vistió, bajó rápidamente las escaleras para evitar cruzarse con la otra persona que habitaba la casa junto a él, su hermano. Sentía que Greg le despreciaba y culpaba de lo que le había pasado a sus padres, y estaba completamente seguro de que su hermano mayor deseaba tanto como el mismo que quien hubiera muerto esa noche hubiera sido él.

Entro a la cocina a recoger su botella de agua y justo cuando se disponía a salir de nuevo, se chocó de bruces con el castaño. Se miraron a los ojos, tan solo unos segundos pues Niall bajo la cabeza.

– Buenos días, Niall –murmuró mientras le miraba con tristeza ante su aspecto tan cambiado.

El chico rubio ni siquiera levantó la cabeza para contestarle, le dedicó un asentimiento con la cabeza y salió lo más rápido que pudo de la cocina, y acto seguido de la casa.

Suspiró con alivio sin haber sido consciente de que había aguantado la respiración mientras se encontraba con su hermano. Se colocó los airpods mientras comenzaba a caminar hacia el instituto. Little me inundó sus oídos y tragó saliva, no se podía permitir llorar y que todos le vieran.

Tarareó la canción mientras miraba sus pies, se sabía a la perfección tanto las calles de Bradford como el camino hacia el instituto, por lo que no necesitaba casi ni mirar alrededor.

Llegó a la institución como veinte minutos después, con canciones tristes sonando y él aún más triste que cuando se había levantado esa mañana.

– ¡Nialler! –gritaron casi chocando contra él.

Levanto la cabeza y una media sonrisa amenazó con salir en sus labios. Ante él se encontraba el chico más cariñoso, encantador y mejor jugador de fútbol, por ende capitán de su equipo. Zayn Malik.

La única persona que conseguía que Niall fuera un poco feliz, que lo hacía brillar.

Se habían conocido el día que el menor de los Horan había decidido apuntarse al equipo de fútbol, pues necesitaba liberar su estrés y angustia, y además necesitaba pasar menos tiempo en casa, cerca de su hermano.

Zayn había sido completamente encantador con él desde el minuto uno, por lo que se hicieron grandes amigos. Y Niall podía jurar que le amaba con todo su corazón, si no fuera porque se encontraba tan roto.

– Buenos días, Zayn.

El mencionado sonrió y paso un brazo por los hombros del chico.

– Venía a invitarte a comer antes del entrenamiento, ¿te apetece?

Niall asintió, sabía que el moreno le invitaba a comer cada vez que tenía oportunidad para intentar levantarle el ánimo y hacerle un poco feliz con su compañía. Y vaya si lo conseguía.

Tras eso no hablaron mucho más, aparte de que su capitán le informara también de que la hora de entrenar se había adelantado, y cada cual se dirigió a su respectiva clase, pues habían tenido la mala suerte de estar en aulas separadas y tener horarios completamente opuestos.

El día transcurrió lento, muy a pesar de Niall, que solo deseaba salir de aquel infierno de clase en la que acababa de entrar: matemáticas. No iba a negar que antes, meses atrás cuando sus padres aún seguían con vida, se había considerado a si mismo un nerd, estudiaba cuanto podía y más, y, por supuesto, sacaba las mejores notas de su clase. Pero ahora todo eso había cambiado, de hecho era todo lo contrario. Suspensos, suspensos, aprobados raspados y muchos castigos.

– Niall Horan, está agotando mi paciencia –el mencionado alzó la mirada ante la mención de su nombre y parpadeó mirando a su profesora–. ¿Puede usted explicarme a que se dedica en mi clase y por qué no me contesta cuando le hablo?

Se quedó callado, simplemente mirándola. No había escuchado absolutamente nada de la clase y mucho menos la había escuchado de llamarle, estaba tan metido en sus pensamientos que se había abstraído totalmente de todo lo que le rodeaba.

La profesora le miraba con la ceja alzada, esperando su respuesta, pero solo se limitó a encogerse de hombros y actuar como si nada, esperando que la mujer continuara con su explicación sobre todo lo que tenía escrito en la pizarra.

– Ha cambiado mucho, Niall Horan.

– Eso a usted no le importa –contestó de mala manera, casi arrepintiéndose al instante en el que la cara de su profesora cambio a un ceño fruncido que denotaba bastante enfado.

– ¡Fuera de mi clase! –medio grito la profesora.

Niall se levantó de su silla, recogiendo las pocas pertenencias que tenía sobre su mesa, y al pasar por delante de su profesora simplemente la miró sonriendo y murmuro:

– Un gusto perderme esta mierda de clase.

No sabe si ella había llegado a escucharle, pero lo que si había escuchado con total seguridad era el portazo que había dado al salir del aula. Suspiró frustrado y miró a su alrededor, debía hacer tiempo hasta que el moreno terminara con sus clases para poder irse juntos.

Un chico sentado en el suelo, dos puertas más allá de su clase, llamó su atención. Esa mata de pelo negro azabache la reconocería en cualquier lado. Se acercó sigiloso sin llamar su atención.

– Señor Malik, me sorprende encontrarle fuera de su aula con lo aplicado y buen alumno que es usted –intentó hablar en un tono más grave que el de su propia voz, pero fallo por la risa.

Zayn le miró, haciéndole burla.

– Ya sabes, lo de siempre, yo soy bueno...

– Pero los profes te tienen manía –completó Niall, era la frase estrella del otro chico para todas las veces que le echaban de clase.

– Y a ti también por lo que veo –dijo Zayn sonriéndole burlón.

El chico rubio se encogió de hombros y asintió, aunque no era así del todo, él sí que se portaba relativamente mal en clase. Iba a hablar, pero el moreno se adelantó:

– ¿Te apetece que nos vayamos ya a comer?

Niall solo sonrió como respuesta.



No se si está bien del todo o si os va a gustar, trate de hacerlo más largo pero sin perder ciertas cosas que tenía el capítulo original.

Gracias por seguir apoyándome.

Loves you, Blue x.

broken »ziallWhere stories live. Discover now