Capítulo 1: Frío.

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Es domingo.

Hace frío. Mucho. El suelo está congelado y el baho sale por mi boca cada vez que espiro, como ya estoy acostumbrada.

Mamá está cuidando a mi padre, por lo que, tengo que ir a pescar sola. Antes solía hacerlo mi padre, antes de que volviera de la guerra completamente cambiado e incapaz, incluso, de mantener una conversación coherente con alguien. Nunca hemos sabido exactamente qué vivió en la guerra. Por más que hemos intentado hablar de ello con él, ha sido imposible. Mi hermana, September, es demasiado pequeña para ayudarme, así que, tengo que pescar por mí misma.

No hay nadie en el puerto, ya que, los pescadores no suelen pescar los domingos y menos a estas horas de la mañana. No tenemos dinero para permitirnos pescar con un barco. En realidad, solo los pescadores tienen barcos, y son bastante viejos. Aquí no hay nadie rico. Mi país aún sigue intentando recuperarse de la guerra que terminó hace 7 años.

Una vez en el pequeño puerto, tiro nuestra especie de red al mar con esperanza de pescar, al menos, un pez. ¡Y vaya! ¡Hoy es mi día de suerte! Nunca había pescado más de un pez. Son solo dos, pero podremos apañarnos con ellos.

Cuando llego a mi casa nadie me recibe. Algo que encuentro extraño porque September siempre corre a abrazarme sabiendo cuanto odio cualquier muestra de cariño.

Entro al salón y encuentro a mis padres y a mi hermana prestando toda su atención a nuestra vieja televisión, en ella está hablando el presidente, en lo que parece ser, directo. Me siento en el sofá junto a mi padre y comienzo a prestar atención a la televisión.

— “Masum están intentando buscarnos las cosquillas de nuevo, están intentando volver a hundir a nuestro país. Quieren robar nuestras pertenencias que tanto tiempo nos ha llevado recuperar, quieren invadirnos, quieren establecer sus atrasadas y retorcidas creencias, quieren que nos enfrentemos los unos a los otros y, así ellos, aprovecharse de lo poco que tenemos. El país más rico del continente quiere matar al país más necesitado. Como presidente y, sobre todo, ciudadano, no voy a permitir que eso ocurra. Si tenemos que enfrentarnos a ellos, lo haremos y sé que cuento con cada hombre de esta tierra. ¡SI NOS UNIMOS PODEMOS HACER JUSTICIA! ¡NO OS TENEMOS MIEDO!”

— Otra vez... —habla papá.

— ¿Otra vez qué? —pregunta mi hermana.— ¿qué ocurre, mamá?

— No es nada, cielo... ya sabes que tu padre habla sin saber de lo que está hablando. — contesta mi madre. — Anda, ven y ayúdame a preparar la comida. ¿Dónde has dejado el pescado, Hope?

— Está en la cocina. —contesto fríamente sin mirar a mi madre. La verdad es que, estos últimos años, no he tenido una buena relación con mi madre. Ella sigue tratándome de la misma manera, pero yo a ella no. No desde que mi padre volvió de la guerra. Las circunstancias hicieron que todo cambiara. Mi relación con mi madre es fría. Hablo lo justo con ella, me incomoda su presencia por el simple hecho de que ella también ha cambiado aunque intente que parezca que todo sigue igual. Es una cobarde que, en vez de enfrentarse a la realidad, huye de ella finjiendo que todo es igual, cuando ni ella lo sigue siendo.

Mientras mi madre y mi hermana preparan la comida, yo sigo sentada en el sofá junto a mi padre. Este tiene la mirada perdida, como en estos últimos años, mientras rechina los dientes.

— Otra vez —digo mirando a mi padre.

— Otra vez... —contesta él.

— ¿Otra vez, papá? —pregunto intentando saber a lo que se refiere.

— Otra vez... van a llorar.

— ¿Quién? —vuelvo a preguntar.

— Inocentes... —contesta y me mira a los ojos— la guerra... no está viniendo hacia aquí, vamos a llevarla nosotros... otra vez.

— ¿Llevarla donde papá? ¿A qué te refieres? —empiezo a asustarme con sus extrañas respuestas. Mi madre siempre dice que no le hagamos caso, que no tiene sentido nada de lo que habla, pero para mí sí.

— Los inocentes... —de repente fija su mirada en la tele— él también lo sabe.

Imito sus movimientos y pongo mis ojos en la tele donde está saliendo una noticia en la que un joven ha sido desterrado del país y enviado a Masum por pintar, aparentemente, con sangre de animal en la casa del presidente: "LA GUERRA NO VIENE HACIA NOSOTROS. NOSOTROS ENVÍAMOS LA GUERRA" es, prácticamente, lo que acaba de decir mi padre. Permanezco en silencio mientras pienso en lo que acaba de pasar... entonces justo mi madre nos llama para comer.

Llega la noche y estoy tumbada en mi cama pensando en aquella frase. Debería dormir, ya que, mañana debo ir a la escuela, pero no puedo. ¿Qué significa que la guerra la envíamos nosotros? Masum fueron quienes nos declararon la pasada guerra y son quienes intentan hacerse con este país aún, ¿esto significa que habrá otra guerra? No puedo permitir que pase de nuevo, no puedo permitir que mi padre se vaya, no puedo permitir que vuelva a sufrir. Si se declara la guerra, mi padre debe ir por obligación aún encontrándose en estas condiciones... no quiero saber lo que vió allí para convertirse en lo que es ahora. Aún recuerdo, como si fuera ayer, el día en que se fue, el último día en el que mi padre aún me reconocía.

[Flashback]

Yo tenía 11 años. September aún se encontraba en el vientre de mi madre. En tres meses nacería y en tres meses mi padre volvería. Septiembre era un mes alegre para mí, de ahí a que mi hermana recibiera ese nombre.

Recuerdo que mi madre se despertó pronto para preparar el desayuno a mi padre y despedirse de él. En mi país solo las mujeres deben realizar las tareas domésticas, pero mi padre estaba en contra de eso, él siempre decía que "no importaba cual fuera nuestro sexo, todos somos iguales y todos tenemos los mismos derechos y deberes. Si eres mujer, tu obligación no es trabajar en el hogar, si tú no quieres. Si eres hombre, tú obligación no es ver el fútbol, si tú no quieres". Mi padre tenía un gran respeto hacia las mujeres, nunca mandó a mi madre a hacer algo que ella no quería, ni tampoco la dominaba. Digamos que fue criado en un ambiente liberal. En cambio, mi madre, ni si quiera fue a la escuela, lo único que la enseñaron fue a barrer, fregar y servir a mi abuelo para después servir a mi padre. Mi padre decía que había sido criada en un ambiente machista y que el machismo era algo horrible, ahora entiendo a qué se refería. En definitiva, mi padre siempre nos respetó y nos dejó desarrollar nuestra personalidad sin forzarnos a ser unas "señoritas". Yo no quería ser una "señorita" y mi padre tampoco quería que lo fuera. Desde que tengo uso de razón, he amado los deportes, mi padre siempre jugaba conmigo mientras los vecinos se escandalizaban por ver a una niña jugar al fútbol y no fregando los platos.

Mi padre fue a la guerra feliz, pensando que era un privilegio el hecho de poder defender Katil, nuestro país. Todo el mundo se sentía tremendamente orgulloso de él. Pero lo que vino no era mi padre... estaba roto, perdido y arrepentido, al igual que todos los que llegaron. Antes de marcharse le dije que, algún día, cuando yo tuviera la edad suficiente, defenderíamos juntos Katil.

[Fin flashback]

Ahora desearía que mi padre nunca hubiera ido a la guerra, desearía haber ido yo y ahorrarle el sufrimiento por el que tuvo que pasar. Pero ya es demasiado tarde...

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Nota: aquí está el primer capítulo. Personalmente, no me convence, pero prometo que la historia irá mejorando :)

xx

The Saviors - Z. MWhere stories live. Discover now