12: Peter Moore

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Peter Moore, un hombre respetado por su manada, pero no querido por ella. Un hombre con un gran dolor en su pecho, dolor irreparable pues lo que lo alivia, jamás volverá. Un hombre que ha estado cegado por años, por causa de ese mismo dolor, cegado a tal punto de cargar toda la culpa a un ser inocente, su hijo Samuel.

El dolor y coraje en su pecho es tan grande que poco o nada le importa el que un vampiro se lo haya llevado, de hecho piensa que es el castigo que se merece. Que mejor castigo que morir a manos de esos seres.

— Papá no podemos quedarnos así, debemos encontrar a Sam — ya había pasado una semana desde el secuestro de Sam y su padre no hacía nada por encontrar a su hermano.

— No tiene caso — la voz sin sentimiento alguno, su padre no aparto la vista en ningún momento de los documentos que en ese momento sostenía.

— ¿Por qué dices eso?, ¡es tu hijo papá! — la indignación a flor de piel.

Su padre ni siquiera se dignó a responder, mucho menos a verlo a la cara, lo que provoco que Max estallara de coraje y enojo.

— Él no tiene la culpa de nada, ¡era tan solo un niño! — estallo golpeando el escritorio de Peter.

— Ya te dije que no tiene caso buscarlo, de seguro ya está muerto — la indiferencia marcando su tono, no tomo siquiera en cuenta el comportamiento de Max, que podía ser incluso tomado como ofensa hacía el alfa.

— ¿¡COMÓ PUEDES DECIR ESO TAN FÁCIL!? — Max no podía creer que su padre hablara de tal modo, era su hijo, su pequeño hijo en manos de un vampiro y a él le daba igual, incluso lo consideraba muerto ya.

— Entraron al Bosque de lo Prohibido, ¿Qué esperas?, si no lo mata el vampiro que se lo llevo, lo mataran lo otros tantos que habitan el bosque y si no es un vampiro será un lobo salvaje o una bruja o caso crees que el débil de tu hermano tendrá alguna oportunidad en ese bosque.

Las palabras de su padre calaron muy hondo, ya ni siquiera podía sentir enojo, solo tristeza, como era posible que su familia haya terminado así.

— Bien, si tu no harás nada, lo haré yo — fue lo último que dijo para después salir del despacho de su padre.

Una vez Max abandono la habitación Peter dejo los documentos sobre su escritorio y se acomodó en su silla recargando la espalda en esta.

— Sé que jamás me perdonaras Elena, pero yo tampoco puedo perdonarlo a él — su amada esposa, muerta en la flor de la vida.

Las lágrimas recorrían sus mejillas y parecían no querer parar. El dolor agudo en su pecho no hacía más que aumentar con los años, con cada año todo se volvía más difícil, Sam seguía creciendo y con ello el parecía hacia su madre.

— Ni siquiera puedo verlo a la cara sin sentir que muero al verte a ti en él, lo siento Elena no puedo, no puedo más.

Lo sollozos no se hicieron esperar y la habitación se llenó de lamentos llenos de dolor. Un alfa atormentado por la pérdida de su mate.

Después de algunos minutos de desahogo, Peter levanto el rostro y limpio sus lágrimas, para lo que haría no podía tener lágrimas ni dolor en el rostro.

Tomo su celular y llamo a Jackson, un hombre de los bajos mundos dentro de las manadas, no pertenecía a ninguna, él solo se dedicaba hacer los trabajos sucios que nadie más querría hacer, además de que contaba con una habilidad innata que lo llevo a ser conocido como el domador de salvajes.

— Jackson, tengo un trabajo para ti — el hombre al otro lado de la línea lo acepto en seguida, no era la primera vez que Peter le encargaba un trabajo.

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❣❣ bye bye ❣❣

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