XXXIII

108 19 88
                                    

                En las afueras soplaba ya solo una brisa remolona. La luna no surcaba la celeste expansión y las nubes, movidas por el viento, se empujaban al borde de la estratósfera. Tamar se mantenía en el mismo estado: su cuerpo en calma sobre la cama y su mente volando en el tiempo gracias a la visión a la que era sometida.

El mausoleo estaba en reposo de las marcas del oprobio. La profanación que había sufrido ese sagrado lugar donde reposaban las cenizas de esos seres antiquísimos estaba vengada. Esos entes de rarísima e inmemorial procedencia que sumergidos en la negrura de la noche recorrieran el mundo entero. Esos que tuvieron que soportar el dolor de sentir dos veces la muerte física, cuyo gran pecado fue hacer un pacto de sangre. Cenizas de cuerpos que llevaron a lo largo de su existencia el terrible legado de ser un vampiro, un demonio nocturno y disipador de vida. Seres capaces de impartir el miedo y el horror en tantas mentes...

Muchos opacos se convierten en la peor versión de sí mismos aprovechando el oscuro legado para deshacer a pleno libertinaje la vida —le decía mientras recorría visualmente el mausoleo—. Matan intentando saciar esas ansias desesperantes e infinitas de maldad y sangre. Porque nos consume un inmenso vacío, una soledad extrema. Yo no soy diferente a muchos de ellos aunque mi naturaleza buena es más fuerte y siempre lucha contra mi maldad. Día a día me seco sin tomar víctimas. Aunque ahora, con el fin de que al vernos no parecerte tan terrorífico, voy tomando de a poco. Desde mi despertar he sentido que somos más. Ninguno es mi hijo y eso me alivia. Los míos murieron hace centurias en la Hoguera Diurna... Mis descendientes consanguíneos fallecieron miles de años atrás en un ya inexistente pueblo nórdico. Ahora, mis futuros hijos me esperan resguardados en la casona... —Sintió el peso de esos recuerdos, le eran como una inmensa piedra que cargaba a cuestas sobre sus hombros mientras la sed de sangre le devoraba el hígado día con día.

Sumergida en el desdoblamiento del ser, lo apreció sentado al inicio del espiral rojizo. Se veía envuelto en tristeza y unas oscuras lágrimas corrían por sus pómulos. Cada losa le gritaba un nombre, cada nombre le resucitaba un ser, cada ser había sido su hijo, cada hijo fue un episodio diferente. La llevó consigo a evocar momentos lejanos. Porque, Tamar, era una mujer que merecía conocer su historia. Así, por sus ojos pasaron escenas de guerra y destrucción a escala mundial. Vio un entorno donde la tierra se veía devastada y los humanos dejaban salir sus más bajos instintos.

¿Qué ocurrió de ahí hasta aquí? —Le preguntó. Ella hizo memoria pues todo aquello le recordaba lo que había aprendido sobre el Quinquenio Oscuro y los años que le sucedieron.

Ese período de la historia del hombre que iba desde el 8720 al 9245 en años del hombre. En este las consecuencias de las múltiples guerras político-socio-ambientales del milenio anterior dejaron un enorme agujero oscuro en todos los aspectos de la humanidad. Siglos de anarquía y desenfreno dieron paso a un extremado autoritarismo que dejó luego un estado de desapego. El germen de tal lapso lo marcó el caos previo y las esperanzas de la humanidad puestas en torno al año 7777, cuando los vaticinios determinaban el fin y redención del mundo. Como no ocurriera nada parecido, se inició una revolución que llevó a sacar a la superficie los más bajos instintos y depresiones de la historia mundial. El inicio lo marcó el discurso que diera uno de los líderes anárquicos de más renombre, Justi444.555, el 15 de julio del 8720 declarando su 'No-apego' a la corriente que llevaba el mundo. Tras este, cayeron como fichas de dominó miles de líderes, hartos ya de siglos de guerra y desenfreno infructuoso. La anarquía reinó durante cientos de años en una tierra que se olvidó de quién era y de dónde venía. El mundo volvió casi a la edad media.

El punto de cierre se originó cuando el MovRe (Movimiento de Regeneración), una asociación creada por sociedades de cualquier índole de creencias e inclinaciones, empezó a moverse en las sombras hasta lograr el punto de quiebre. De esta manera inició el 29 de abril del 9230 del año del hombre un movimiento a escala mundial donde los líderes fueron adoctrinados, sometidos o eliminados. Tal proceso dio el fruto debido quince años después. Los gobiernos mundiales firmaron un acuerdo y volcaron sus perspectivas hacia la regeneración de todo cuanto estuviera en ruinas.

Como Viento con la MuerteWhere stories live. Discover now