El día en el que morí, no logré sentir tu cabello entre mis manos, aquella sensación tan placentera tanto para mí como para ti. Tu cabello suave con ondulaciones en el y su dulce aroma, mis manos querían esa sensación por última vez lastimosamente no se pudo. Solo sentía los cables y tubos que rozaban mis manos que estaban conectados por agujas a mis venas.