El Nuevo Infierno.

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-Aguarda, hermano, estas tomándote demasiado rápido lo que es la fuga de la más terrible de las prisiones.-dijo

-Tienes razón. Desde que estoy cautivo no he sabido qué hay más allá de este neblinoso paraje en el que nos encontramos. ¿Hacia dónde propones que nos encaminemos?-replicó Anteo.

-Deberíamos hacer el viaje contrario a Dante, ya que si continuamos hacia abajo enfrentarse a Lucifer sería enfrentarse a un castigo incluso peor que el que teníamos. Volvamos pues al acantilado de donde provengo. Sólo puedo guiarte hasta allí, después de todo y además suelen verse diablos del tamaño de cuerpos de niños, lo que me hace pensar que si caen, muy despiertos no deben ser, y podríamos necesitar la ayuda de la criatura que lo supervisa- propuso Gerión.

Sin mediar más palabras, se encaminaron hacia la región de Malebolge, donde se castiga a los que pecaron de lujuriosos y más tarde cruzaron el acantilado en el que se mantenía a Gerión. Debido al gran tamaño de ambos recorrer la distancia no les suponía tanto esfuerzo.

Pronto comenzaron a oir los gritos que emiten los políticos corruptos al arder en la brea, siendo torturados por los malebranches , diablos inferiores con el tamaño de humanos jóvenes. Se observaba como disfrutaban de su macabro trabajo. Si alguno intentaba escapar, ellos con una sonrisa, o incluso con un chiste, los ensartaban en tridentes y los lanzaban al negruzco líquido en ebullición.

Al acercarse uno de los cinco diablos que allí había, se estremeció y retrocedió, pero al instante cambió el semblante sorprendido por uno burlesco y desafiante.

-¿Se puede saber que hacen un gigante y una bestia enorme paseándose por el infierno? ¿Desde cuándo no se sufre aquí abajo?- dice.

Su compañero le rió la gracia y ambos continuaron trabajando tranquilamente.

-Ambos somos gigantes. Es importante que nos digas dónde está vuestro capitán- respondió Anteo.

-¿Qué te hace pensar que te obedeceremos? ¿o que tenemos algún superior?- respondió un diablo algo más lejos que el anterior.

-A la vista está que no sois lo suficientemente fuertes como para ser líderes propios. Si hacéis el trabajo pesado por algo es.-apuntó Gerión.

En el instante en que pronunció estas palabras los dos diablos se miraron durante unos segundos e impulsivamente se lanzaron hacia ellos a la altura del cuello de Anteo. Éste retrocedió, pero antes de darle tiempo de lanzar ningún manotazo para quitárselos de encima, algo pasó por delante de Anteo y los dos malebranches ya estaban en la brea estremeciéndose. Ante los ojos de los gigantes se alzó una figura de forma humana, sólo que de tez escarlata, una alas de piel que doblaban su altura y cuernos.

-Malacoda, por Lucifer, son los cuartos de hoy-gritó un diablillo a lo lejos .

-Los otros dos no tuvieron nada que ver conmigo. ¿Y vosotros que queréis?.- dijo alzando la vista y dirigiéndose a los gigantes.- Yo mando en la ciudad de Dite. Hablad u os lanzaré a la brea, no me importa vuestro tamaño ni poder.

Gerión que había observado la agilidad de sus movimientos, pensó rápido y respondió:

-¿Cómo de importante es tu cargo?. Necesitamos al superior.

-Después del mismo Satanás, yo soy el que manda aquí- dijo el diablo.-Dejaos de rodeos y responder.

-Salir del infierno. Queremos el único derecho de todas las criaturas, libertad.-dijo Anteo.

Malacoda soltó una sonora carcajada antes incluso de que Anteo terminara la frase.

-¿Sabéis acaso dónde estáis? ¿En qué demonios estáis pensando?

El Nuevo InfiernoWhere stories live. Discover now