Capítulo 1 : "El Inicio"

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Golpe.

Agitada por la sorpresa y el dolor, Nadine abrió los ojos y se llevó una mano a la zona de la cabeza afectada mientras una mueca de dolor se instalaba en su delicado rostro. Suspiró mirando a la causante y pensó que ya debería estar acostumbrada a esos despertares.

La hija de la antigua dueña del orfanato, la señora Johnson, se encontraba delante de su cama mirandole con el ceño fruncido haciendo que unas cuantas arrugas se mostraran (sin contar a las que ya de por sí tenía) en su mayor y graso rostro.
La miraba con repugnancia, como la mayoría allí. La tachaban de fenómeno, de rara, incluso de niña demonio.

— ¿Qué has echo maldita mocosa? — Tenía la voz medio ronca y su aliento apestaba a alcohol. Como siempre, estaba borracha.
La miró sin entender, la confusión se veía claramente en cada una de sus facciones hasta que un recuerdo le vino a la cabeza, sonrió con malicia, hablaba de Ao, su serpiente, a la cual dejó entrar 'sin querer'  en los baños de chicas cuando se estaban duchado. Era una simple venganza por su parte, siempre se burlaban de ella.

— Nada, vieja. Sólo estaba durmiendo, ¿acaso tampoco puedo? — El tono de superioridad que poseía naturalmente la niña parece que la alteró, porque inició un pequeño tic en el ojo derecho. La niña sonrió al ver la irritación en la mujer.

—Sabes bien lo que has echo maldita mocosa, tendrás un castigo en tu sala fovorita, ¿no estás contenta? — su molestia cambió rápidamente a emoción.
La pequeña por su parte suspiró con molestia y resentimiento, ya era la quinta vez que le castigaba en la sala, y eso que estaban a martes. Se miró los brazos, manos, piernas, tenía  cicatrices y heridas recientes, sumándole las de la espalda y barriga. Sintió asco por su cuerpo, por esas marcas, por los humanos.
Una rabia incontrolable la envolvió.

Estaba cansada de los castigos, de esa maruja, de los mocosos que vivían aquí, del sitio en general, por ella podían morir todos. Deseaba con todas sus fuerzas que aquellas personas dejaran de existir, que se quemarán vivas agonizando. Algo macabro viniendo de una niña de 11 años, pero siempre había tenido esa clase de pensamientos.
De repente un olor a quemado llegó a la niña , se giró y vió con satisfacción como su armario ardía en llamas, otra vez.

—¡Monstruo! ¿De nuevo has incendiado el armario? — dijo un niño que pasaba por el pasillo, sólo bastó una mirada furtiva por su parte y al niño le faltó pasillo para correr.

— Deberían encarcelarte por abominación, o mejor, matarte, nos sales muy cara estúpida — dijo otra voz, esta vez masculina. Era el esposo de la directora, un hombre escuálido, poco agraciado, de pelo gris, tenía los dientes amarillentos y estaba cojo, por lo que caminaba con ayuda de un bastón, el cual estaba a punto de utilizar para pegarle, como tantas otras veces. Cubrió su cabeza con los brazos y esperó el común golpe, pero nada de eso pasó.

— Señor Johnson, baje eso — un hombre con una rara túnica y pelo blanco apareció por la puerta — Perdón por la intromisión. Soy Albus Dumbledore, director de Hogwarts.

— ¿Al fin llegó el del manicomio?¡Ya era hora!, enviamos la solicitud hace dos meses, pero bueno, esa es la chica, ya se la puede llevar. —
El hombre llamado Albus suspiro mirándole con cansancio.

— No soy del manicomio, vengo a hablar con la señorita sobre un colegio especial. — El señor Johnson sonrió, para él estaba claro que era una escuela para monstruos como ella.

—Está bien, vámonos querido — los dos se fueron dejando en la habitación al hombre y a la niña.
El anciano aprovechó para mirarla bien, el parecido con su padre era más que evidente. Pelo oscuro, casi negro, ojos negros, piel blanquecina y un porte de superioridad marcado en su rostro, en el cual se apreciaban facciones similares a las de su padre con su misma edad.

Era escalofriante, parecía revivir el encuentro que tuvo con su padre.
Miró el armario y lo apagó con un ligero movimiento de varita.

—¿Quien és usted? — la voz de la niña rompió el silencio y lo sacó de sus pensamientos.

— Mi nombre, como ya dije antes, es Albus Dumbledore y soy director de Hogwarts, la escuela de magia y hechicería. — El hombre esperó alguna reacción por parte de la niña pero no fue así, solo alzó una ceja y lo miro esperando a que termine de hablar — Es una escuela para jóvenes magos como usted, jóvenes que pueden hacer cosas extraordinarias, como el incendio del armario.

La niña lo miró unos segundos, analizandole. Parecía no mentir así que se presentó.

— Mi nombre es Nadine Riddle — la niña suspiro mirándole — ¿Me está diciendo que quiere que asista a su escuela? ¿Como se que no está mintiendo? — La niña sabia que era verdad, pero quería probarlo.

Él anciano asintió y miró al rededor.
Notando que el armario estaba echo trizas lo reparó, dejando a la niña con una sonrisa victoriosa, sentía una emoción recorrerle todo el cuerpo al pensar en poder hacer lo mismo algún día.

El hombre miro esa sonrisa con detenimiento, no podía dejar de admirar que era igualita a su padre.

— Entonces señorita Riddle ¿viene conmigo? — Nadine se lo pensó pero viendo las condiciones del lugar pensó que no habría nada peor,así que asintió con determinación. De repente recordó a su serpiente y la manera en la que se comunicaban.

— Tengo una pregunta, ¿que tan normal es en el mundo mágico hablar con serpientes? — la niña vio como la sonrisa del hombre flaqueaba. Y tomó ese gesto como algo no muy normal así que asintió con una sonrisa malévola, entendió que ella sería aún más especial que los magos ordinarios , más poderosa.

Aquel mismo día Dumbledore se la llevó al Callejón Diagón a comprar su material.
Decir que Nadine estaba asombrada no estaba de más, sentía el mágico ambiente envolverla haciendo que una pequeña sonrisa ladina apareciera en su rostro por unos instantes.

Para ella lo mejor había sido ir a por su varita, tardó un buen rato pero su varita la eligió tras haber tirado cuatro estanterías y muchas cajas.
Tanto el señor de la tienda como Dumbledore se encontraban bastante impactados, y no era para menos la varita que elijió a la niña era la mismísima varita de Salazar, claramente podría ser una descendiente de su línea de sangre.

Al salir de la tienda Nadine pensó en ls escuela

— Señor Dumbledore, ¿cuando empieza el curso? — no lo había mencionado

—En dos días — Dijo sonriente —Te sacaré del orfanato y de ahora en adelante vivirás con los Malfoy. Estarán encantados de tenerte allí — Estaba decidido.

La niña sólo asintió sin saber bien qué hacer y volvieron al orfanato a por sus cosas. Su bella serpiente incluida.

Al terminar de empacar el anciano se aparició junto a Nadine en frente de una gran mansión que le quitó el aliento a la niña, aunque por fuera no lo mostrase. Allí comenzaba su nueva vida

Riddle. Where stories live. Discover now