~Capítulo cinco~

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PAUL.

Boston. 25 de diciembre del 2016.

¿Alguna vez has sentido como si el tiempo pasara excesivamente rápido? Como cuando estas en una conversación con la chica que amas o cuando un libro te atrapa por completo; haciéndote perder la noción del tiempo. Y que por más que intentes y desees detenerlo, no puedes. Pensar en cada mes que ha pasado desde su muerte me hacían querer detener el mismo por completo: en aquel dia de octubre.

Abrazarlo como si el mismo fuera mi única salvación; como si se tratara de un cálido refugio para mi corazón herido y mi alma rota. Sé que no es bueno para mí ni para mi mente.

Sigo aferrándome al pasado, sigo aferrándome a la idea de que Rose entrara en cualquier momento por la puerta; con su sonrisa tan particular e inigualable y con aquella aura tan cálida y pura... sigo negándome a que ella ya no está.

Que ella está muerta.

Y que nada ni nadie me la va a devolver.

Tres meses habían pasado ya y nada parecía estar cambiando en mí. El dolor, la pena, y el remordimiento aún están presentes; atormentándome dia a dia. Porque la muerte de tu pareja, quieras o no, es uno de los momentos más difíciles de tu vida. Porque no hay nada que puedan decirte, no hay nada puedan aconsejarte para disminuir el dolor en tu corazón. No hay nada para domar la tormenta en tu interior. Porque cada ser humano ama, y enfrenta el dolor de una forma diferente.

Cada persona decide cómo olvidar.

Aunque... cada célula de mi cuerpo la añoraba.

Cada parte de mi cuerpo añoraba sentir su piel, ver su rostro y acariciar su largo y lacio cabello fuego entre mis dedos... ¿Cómo no extrañar a la persona que ha estado desde el principio? ¿Cómo no hacerlo? Desearía tener una respuesta a esa pregunta pero no la hay. No la encuentro... ¿Por qué olvidar es tan difícil?

Detestaba esa sensación, odiaba ese sentimiento de impotencia, de saber que pude hacer algo más, recorrerme el cuerpo. La impotencia y la culpa juntas es una mierda. Sentía quemar todo en mi interior por mis propios sentimientos y secretos reservados.

Quería gritarle al mundo entero que yo, Paul James Blake, necesitaba a mi Rose. Necesitaba a la mujer que amo. Porque al lado de todo gran hombre hay una gran mujer, y esa es Rose Parks. Y no sería parte de lo que soy ahora si ella no hubiera estado allí. Sin embargo era un cobarde y prefería guardar mis sentimientos y mis dolores dentro de mí.

Hoy era Navidad: el dia favorito de Rose.

El dia que nos casamos hace ya seis años, cumplíamos siete años de casados.

Un suspiro brota de mis labios sin aviso y niego con la cabeza, perdiéndome en los recuerdos que tal vez no quería recordar.

—¿Estas bien? -me pregunta Kriss y la veo, tiene puré de patatas hasta las cejas a causa de la guerra de comida. Isaac no se había unido pero eso no detuvo que un gran tazón de puré cayera sobre su cabeza. Cubriendo la misma hasta el cuello. Esas son imágenes hermosas y cómicas, que adoraría conservar en fotografía.

Aleja los pensamientos de Rose, Paul. Por ellos.

—Claro ¿y tú?

—Llena de papa, pero nada del otro mundo -me saca la lengua y sonrío-. Iré a bañarme, trata de no meter a Abby en el estofado mientras no estoy.

—No lo hare, chica patata.

—Ja-ja. Ya basto con hacer de Isaac el Señor Cara de Papa.

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