El Instituto Raimon es un exclusivo instituto que reúne a super estudiantes para convertirlos en futuros jugadores de fútbol de élite. Se dice que los graduados en esta institución académica tienen el éxito asegurado. Es un instituto muy prometedor...
El Instituto Raimon es un exclusivo instituto que reúne a super estudiantes para convertirlos en futuros jugadores de fútbol de élite. Se dice que los graduados en esta institución académica tienen el éxito asegurado. Es un instituto muy prometedor, su objetivo: elevar el nivel de los jugadores juveniles de fútbol de todo Japón para que pueda compararse o superar al del resto del mundo. Muchos llaman al Raimon "La cuna del fútbol japones". Y yo soy una de esos 16 estudiantes que fueron admitidos para ser una super jugadora definitiva.
Ahora enfrente del instituto me doy cuenta de cuan afortunada soy de estar aquí. Muchos me lo han dicho: "Mataría por tener tu suerte Aria". Y la verdad es que he tenido suerte. Para empezar es el propio instituto quien elige a sus alumnos siempre y cuando cumplan unos requisitos, los cuales son: debes de ser un estudiante de instituto, tener relación con el mundo del fútbol y ser el mejor en tu posición. Yo estoy aquí por pura suerte, ya que no cumplo con ninguno de los requisitos. Es cierto que jugué una vez al fútbol, pero solo fue durante un año y solo tres partidos. Además, lo mío es la música. Yo canto, toco cualquier instrumento musical que me den, compongo mis propias canciones, hasta hice un musical con tal solo 6 años de edad. Así que aquí yo no pinto mucho, pero mi familia y amigos insistieron tanto en que asistiera a este centro que finamente, meditándolo mucho, acepte la invitación que me ofrecían y aquí me encuentro, frente al instituto más importante de todo Japón.
Aria Merodi.
-Me siento como pez fuera del agua.
La duda empieza a sembrarse en mi. Pero ya estoy aquí y cuando digo que voy a hacer algo lo hago. Además debe de quedar poco para las 8:00 que es la hora acordada. Miro el reloj de mi móvil que marca las 7:30.
Aria Merodi.
-Humm... bueno, yo ya voy entrando.
Entro cerrando la puerta y observo el rellano del instituto. Aun no hay nadie, aun que es de esperar, queda media hora. Tal vez el resto de alumnos no tarden mucho más en llegar, o tal vez estén ya metidos en un aula. Para comprobar que estoy en lo cierto, decido ir al pasillo de las aulas a buscar a mis nuevos compañeros. Así que, llenándome de valor, di mi primer paso en esta nueva etapa de mi nueva y mejor vida. O eso pensaba yo. Todo empezó a dar vueltas y yo con ellas. Me sentía perdida y desorientada. Las palabras de mis amigos y familia resonaban en mi cabeza: Suerte. Felicidades. Lo que daría por estar en tu lugar. Ánimo. Demuéstrales lo que vales. Estamos orgullosos de ti.
Cuando todo dejo de dar vueltas, poco a poco fui cerrando los ojos.
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El fuerte dolor de cabeza me despierta. Miré a mi alrededor, estaba en un aula, recostada sobre uno de los pupitres que ocupaban la sala. Además, esta completamente sola. No se como he llegado hasta aquí. Tampoco se que hora es... ¡Ni donde esta mi móvil!
Aria Merodi.
-Mamá me va a matar como no lo encuentre.
Me levanto de la silla que ocupaba e inspecciono el aula. Las ventanas están selladas con placas de acero, hay una gran cámara de vídeo colgando del techo y un pequeño monitor apagado pegado a la pizarra. Ahora mismo no entiendo nada. Un tik-tok que procede de detrás de mi llama mi atención. Me doy la vuelta y veo que son las 8:30. Las presentaciones deben de haber terminado.
