Heridos de dudas de amor

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Fue suficiente para Miguel. No necesitaba escuchar más para tomar la decisión de esconder en lo más profundo de su ser la confesión que había estado a punto de hacer. El mitad japonés no quería a un chico como él, quería a Tadashi, y eso era algo que el moreno jamás le podría dar.

Hiro posaba su orbes café oscuro sobre el de tez morena, esta vez era al músico al que le temblaba la voz. ¿Qué le podía decir para animarlo si el estaba tan roto ahora mismo?

Sin embargo el extranjero no poseía el poder de leer la mente de su acompañante, por lo que interpretó su silencio de mala forma. Quizá en realidad si había sido un error contarle aquello al músico.

Se paró del sillón e intentando justificarse comenzó a hablar tropezando con las palabras -Yo... Lo siento no tienes que decir nada, ya sé que no tenía porqué sentir eso pero lo hice y... Era mi hermano de sangre y... - En esta ocasión no había podido disimular su tono de voz entrecortado, pero quería sentirse apoyado por Miguel, no estaba muy seguro porque el apoyo del otro se había vuelto fundamental para su estabilidad emocional pero sentir que no lo juzgaba por sus sentimientos hacia Tadashi lo hacían sentir en confianza y le daban el valor para confiarle cosas como esa, no obstante si hasta el mexicano había sentido asco por él entonces ya no tenía a nadie.

Al notarse descubierto por una mirada preocupada, el genio optó por huir, viéndose detenido por un fuerte agarre y la alusión a su nombre con una voz firme, de manera que no hubo otra opción que observar al otro.

-Tu puedes sentir lo que quieras por quien quieras si lo consideras correcto.- desvío la vista "Si lo consideras correcto". El moreno se acercó, buscando su mirada y bajando la voz al pronunciar lo siguiente- Pero, si es real, si es tan fuerte, si sientes tu corazón desbocado, tus mejillas arder y unas condenadas ganas de ver la sonrisa de esa persona, porque tu objetivo no es hacerle daño sino, hacerle feliz, entonces, te aseguro que es correcto.- el músico le regaló una sonrisa triste y Hiro le contesto de la misma forma, terminando el acto en un cálido abrazo que no duró tanto como Miguel hubiese querido.

Después de unos minutos de permanecer uno sentado a lado de otro sin pronunciar palabra porque el mexicano ya no tenía la capacidad de hacerlo el mitad japonés decidió regresar a su habitación de hotel dejando descansar al muchacho.

En cuanto la puerta se cerró detrás de Hiro el músico hizo una mueca amarga y soltó una risa sarcástica.

"La música puede nombrar lo que no tiene nombre y comunicar lo desconocido"

Por eso el de tez morena sabía un poco del amor incluso antes de vivirlo en carne propia, sabía como esa persona se adueñaba de tus pensamientos, acaparaba tus sonrisas y razones por las que levantarte cada día. Pero también sabía que el amor dolía.

El dolor, el amor, sentimientos tan malditamente humanos que nos dan la certeza de que estamos vivos.

Miguel había descubierto su amor y tenido que destruirlo rápidamente en unas pocas horas.

Cuando Leo llegó en la sala solo había un cartón de cervezas y una hoja pautada completamente rayada. Miguel estaba en su cuarto dormido y cuando observó su rostro el poblano juraba que había visto sus párpados hinchados y su naríz roja. ¿Producto del alcohol?
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Hiro se sentía bien, mucho mejor de lo que se había sentido en años. Había liberado eso que le aquejaba.

Siempre se lastimaba por guardarle un poco de rencor a su propio hermano, al no haber reconocido sus sentimientos, sin embargo ahora era diferente, lo había externado y aunque efectivamente le había quemado decirlo, lo cierto es que recordarlo ya no dolía tanto, de hecho se había dado cuenta de esto desde hacía unas semanas.

Sukoshi kurutta [ΩHiguelΩ/¤Kuban¤]Where stories live. Discover now