-No lo soy. Pero tú me haces sonrojar a menudo, aunque no entiendo por qué.

Mordió su labio y por instinto mordí el mío. ¿Cómo podía quererme el chico más maravilloso del mundo? Sonreí y él sonrió. Nos quedamos así unos segundos, mirándonos, sonriendo. Era perfecto, todo esto era increíble.

Esta vez, cuando apretó sus manos en mi trasero lo hizo para levantarme del suelo, yo enrollé mis piernas en su cintura.

-No quiero irme a trabajar. Quiero estar contigo así todo el día.

-Yo tampoco quiero que te vayas.-Acaricié su cuello y junté mi frente con la de él.-Gracias por ayudarme a estudiar. Ya no me queda casi nada.

-De nada, nena. Si vuelves a necesitar ayuda sabes que me tienes aquí.

-Lo sé.-Me acerqué a sus labios y mordí su labio inferior sonriendo.-Vas a llegar tarde.

-Secuéstrame. No quiero ir.

Me eché a reír y besé su mejilla.

-No me lo digas dos veces.

Me dejó en el suelo, haciéndome sentir pequeña, aunque a su lado lo era.

-Me voy ya. ¿Nos vemos?

-Claro. Que te cunda.-Reí.

-Eres mala, lo eres conmigo.-Sonrió. Ya en la puerta se dio la vuelta y me dio un beso lento, profundo. Un beso que me dejó sin respiración.-Nos vemos luego. Te quiero.

-Te quiero.

Abrió la puerta y se fue. Sonreí como una estúpida cuando entré en casa.

Tres días después yo estaba haciendo la maleta para irme con Justin el fin de semana. Mis padres pensaban que me iba con Alex, y ya había hablado con ella sobre lo que tendríamos que hacer si mis padres llaman. Aunque no suelen llamar mucho cuando estoy fuera de casa.

No sabía que ropa meter en la maleta. ¿Saldríamos? ¿Nos quedaríamos en casa? Traté de meter prendas que combinasen entre ellas. Para estar en casa, o para salir; ropa interior, pijama y mi neceser con maquillaje y mi aseo.

Aquellos últimos tres días Justin había estado realmente cariñoso conmigo y eso me enamoró. No habíamos salido mucho porque él trabajaba, y curiosamente todos los días de ocho a ocho y media de la tarde, (justo cuando salía de trabajar) estaba ocupado. Aún no ha querido decirme qué hace esa media hora, no puedo decir ciegamente que estoy tranquila, pero trato de no preocuparme. ¿De qué le valdría decirme que me quiere si está con otra? No tiene sentido. El jueves por la mañana, antes de ir a trabajar tampoco pudo venir a verme; tenía que hacer algo, algo que tampoco quiso contarme. A parte de eso, cosa que yo acepté cuando me lo dijo, estamos bien. No puedo decir que somos una pareja envidiable, porque ni si quiera sé qué somos, pero vamos poco a poco.

Ryan y Alex son jodidamente monos. Solo había estado un día con ellos pero eran perfectos juntos. Alex, es tan extrovertida y Ryan sabe llevarla tan bien. Estoy feliz por ella.

Desde esta tarde Justin no ha parado de enviarme mensajes diciéndome lo mucho que esperaba a esta tarde.

No voy a mentir: yo tampoco puedo esperar.

-¿Estás en casa? ¿Vas a abrirme?

-¿Estás abajo? Lo siento, nena. Estaba en la ducha, ahora te abro.

Colgué el teléfono y escuché como abría la puerta, empujé y entré en el portal. Subí en ascensor ya que el bolso que llevaba en el hombro pesaba demasiado.

Vivan los bolsos enormes. Puedes meter de todo.

Cuando el ascensor llegó a su planta salí y vi la puerta medio abierta así que simplemente entré y cerré de nuevo.

Confía en mí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora