Capítulo 1. Noche de rumba

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La noche se abalanza oscura y el taxi rompe el viento a medida que se abre por las desoladas calles de la primera de mayo. Daniel no dejaba de pensar en lo que dirían sus padres al enterarse que se había escapado para ir una discoteca gay. Era su primera vez, sí. ¡Qué ridículo ir en sudadera! Ninguna vez durante sus 19 años había hecho algo parecido, todo lo hacía por David, por quién más se obligaba a hacer este tipo de cosas.

El aire helado se colaba por la ventana y le hacía temblar todo el cuerpo entumecido por los nervios y el frío. David charlaba animado con Brayn y Johan. A pesar de tener 18 años, David había hecho mil y una cosa en los bares, fumar popper, bailar, ligarse hombres en las discotecas, todo a lo que Daniel le temía. Bryan se movía muy amanerado y extrovertido. Finalmente, vivía de remedar ropa y de la plata que le dejaban los viejitos obsesionados por su cuerpo delgado. ¿Cómo había terminado en ese taxi? No quería juzgar la vida de nadie, ni siquiera la de su novio que lo había convencido de salir con esos dos.

Johan lo tranquilizaba. Era universitario como él y su novio David. Además, tenía un aire de responsabilidad adquirida con el tiempo y la oportunidad de vivir solo. Su sonrisa amable lo ayudaba a calmarse. Aunque no dejaba de pensar en que esos dos querían comérselos después de que los hubieran emborrachado.

Ya en la calle, bajo la lluvia incesante, los encargados de traer clientes a los bares los rodeaban como moscas. Los más experimentados, Johan y Bryan, iban de un lado a otro, guiados por múltiples hombres que les gritaban que aquí hay buen ambiente, mientras los otros dos muchachos del taxi iban mojándose detrás de ellos.

 Al fin, entraron a un bar en un segundo piso. Daniel estaba aturdido por la adrenalina, además, la música estaba muy alta y el sitio estaba menos concurrido de lo que él se imaginaba. Cuando ya habían elegido unos viejos sillones negros para dejar sus objetos personales, Johan y Brayan  se acercaron con unos vasos de plástico con ron, hielo y Coca-Cola. Empezaron a bailar en frente de Daniel y su novio. Daniel no le encontraba comparación al sensual movimiento de pelvis, de cadera y de las nalgas de Johan y Bryan.

Después de un rato, todos se animaron y se levantaron a bailar. Daniel no podía alejar sus ojos de David, lo enloquecían sus muy masculinos movimientos. De hecho, lo encontraba totalmente irresistible y tal vez había valido la pena haber salido esa noche a escondidas.

Daniel y David empezaron a bailar por su cuenta, cada vez más apretados. El sudor corría por los dos jóvenes cuerpos en movimiento. David lo tomó de la espalda y sus manos fueron bajando lentamente. Era momento de girar y, en la oscuridad del bar, las manos de David bajaron bruscas y le agarraron las nalgas en cuestión de segundos.

El teléfono de Daniel no dejaba de sonar, sus papás lo iban a matar, ¡ya era la una de la mañana! Más consciente del tiempo y de lo que pasaba a su alrededor, Daniel vio el bar estaba a tope y empezó a inventarse alguna excusa creíble.


Un hermoso muchacho terminó de subir las escaleras seguido de dos muchachos altos y acuerpados lo seguían como si fueran sus guarda-espaldas. Tenía los ojos de un penetrante  verde esmeralda, una tez blanquísima, un cabello negro ondulado y un cuerpo delgado que aparentaba estar muy marcado debido a su grande espalda y sus gruesos brazos.

El aire se adquirió un perfume extraño, como si el aura de alguien se hubiera esparcido como humo oloroso que todo lo penetra. Una nube verde, de un olor dulce y extraño se extendió por todo el luagr. Sin embargo, el único que realmente fue consciente del cambio fue Daniel. 

Aunque nadie quería parecer evidente, era indudable que todas las miradas empezaron a dirigirse al nuevo que hacía bullir en rumores del bailadero gay. El muchacho de ojos verdes tomó unos cuantos vasos de la misma bebida a base de Coca-Cola y se levantó a bailar. Para ese entonces, casi todos los del lugar se iban acercándose disimuladamente a la mesa del muchacho, y la mayor parte de personas bailaban concentradas a su alrededor.

Ciudad embrujadaWhere stories live. Discover now