La pianista de Famelin

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Esta historia pertenece al baúl de cuentos del tío SilentDrago.


Hace muchísimos años, en el pueblo de Famelin, las chicas se desvivían por cumplir sus sueños de estrellato. Bien conocidos eran los espectáculos de canto, baile y actuación que se ofrecían, los cuales atraían gran cantidad de público cada vez que se presentaban. Pero de un momento a otro, las noticias sobre las artistas pasaron a segundo plano, siendo reemplazadas por las de la invasión de ratas que surgió de repente. Los roedores, hambrientos de cultivos y portadores de enfermedades mortales, se convirtieron en un dolor de cabeza para el alcalde, quien ofreció una recompensa de cien piezas de oro a cualquiera que se deshiciera de la plaga.

Muchos valientes, así como un número similar de tontos y codiciosos, intentaron acabar con las ratas y cobrar la recompensa. Todos sus esfuerzos fueron totalmente inútiles, y es que la mayoría recurría a cosas tan básicas y clichés que era imposible que funcionaran. El ambiente en el pueblo comenzó a ser de resignación; era el fin de la vida como la conocían y también el fin de los espectáculos con hermosas chicas.

―¡Queremos ver a las chicas!

―¡Devuélvannos los shows!

―¡Calma, calma! Primero hay que deshacerse de las ratas y después podrán disfrutar de las chicas ―aseguró el alcalde.

Con el paso de las semanas, la situación solo pareció empeorar. Ese panorama fue el que encontró una joven viajera pelirroja. Alrededor de su cintura portaba un teclado circular con el que tocaba melodías que encantaban a todo aquel que las escuchara, pero fue ella misma la encantada cuando vio el póster de aquella chica pelinegra. Según decía el cartel, era una de las mejores artistas de Famelin y parte del grupo más aclamado del lugar. Al lado estaba el anuncio donde se pedía ayuda para acabar con las ratas ofreciendo una cuantiosa recompensa.

―La chica del cartel es hermosa. Quizás pueda conocerla si me encargo del problema del pueblo.

Ni corta ni perezosa, la muchacha se dirigió al ayuntamiento para hablar con el alcalde y conseguir el empleo.

(...)

―Déjeme ver si entendí, señorita...

―Maki. Me llamo Maki.

―Sí, Maki. Usted asegura que puede eliminar a las ratas de Famelin con ese teclado, ¿no es así?

―Así es, señor alcalde.

―No es que quiera sonar escéptico, pero... dudo que lo logre.

―Ya verá que sí, y espero que tenga lista la recompensa ―dijo ella, molesta.

―Sí, sí, claro, la recompensa... Cien piezas de oro.

―No me interesa el oro. Vengo de una familia acomodada, así que no me hace falta dinero. Lo que quiero como recompensa es otra cosa.

―¿Otra cosa? ¿Y qué sería?

―Quiero una cita con la chica pelinegra de los anuncios, Nico Yazawa.

―¡¿Una cita con ella?! ¡¿Acaso no sabe que es la estrella más importante de este pueblo?! ¡Tendría a todos sus fans sobre usted!

―Eso me da igual.

Un silencio tenso envolvió la oficina.

―Tenga todo listo para cuando vuelva; su problema de ratas habrá acabado para entonces.

―... Bien, bien, como usted diga. Hablaré con ella para su cita.

―Entonces tenemos un trato, señor.

La pianista de FamelinWhere stories live. Discover now