A mi suerte le cuento que he vuelto a verte.
Me ha quedado un mal sabor de boca después de ver tus lágrimas caer, ¿quién diría que causaría tal efecto en ti?
Hacías un gran esfuerzo por no llorar pero regresamos a lo mismo, tu semblante serio iba cayendo poco a poco, es muy difícil decir adiós.

Pediste que me quedara, que te acompañara en esta travesía que llamamos vida, que por muy egoísta, querías que estuviera a tu lado; endulzaste mi oído con promesas a largo plazo, que me esperarías los años que fueran necesarios para estar conmigo.

Te sonreía, no sabía que existías.

No sabía que tras esa fachada de indiferencia había una persona sincera y vulnerable, sensible y cariñosa. Vaya mi suerte conocerte realmente a la hora de la despedida.

Preguntabas una y otra vez si no me iría para siempre y al verte de esa forma me recuerdas a un pequeño, un pequeño que quiere amor. Maternal me encuentro abrazandote, diciendote que todo irá bien, que no te dejaría solo.

Y fue ahí donde entendí porque los niños crecen con altas expectativas y rencores, porque al buen consuelo no hay realidad exacta.

No sé si volveré a ti en un par de años pero soy egoísta también al no querer soltarle.

No encuentres a alguien que te haga sentir como yo; soltabas entre llanto y no, nadie me hará sentir como tú, sé que nadie causará tal emoción.

Sé que a mi partida todo irá en picada pero debes aprender a ser fuerte, que la vida va acompañada de golpes, tragos amargos y melodramas.

Te prometí que seguiría a tu lado, y no sé si fue por consuelo o dependencia pero te quiero, y aún no me resigno a perderte.

La distancia es la cruel acompañante de los enamorados, la que a ciencia cierta no sé que causará en nosotros.

Promesas seguidas de promesas, no sé que hacer y es por eso que a mi suerte le cuento que he vuelto a verte.

| Anything |Where stories live. Discover now