.29.

22.2K 1K 79
                                    

    Años atrás pensé que la vida estaba ensanchada conmigo de una manera casi insoportable. Recuerdo tantas noches de lágrimas y vacíos. Haber crecido en una sociedad arraigada por costumbres inhóspitas hizo algo en mí a través de los años. No puedo asegurar si fue bueno, malo o, tal vez, ambos, pero de algo estoy segura es que no cambiaría por nada la compensación que me ha dado años después haciéndome sentir la mujer más feliz de la tierra.

   Hace años dejé la vida que conocía atrás labrándome una nueva en el proceso. Conocer nuevos caminos y nuevas personas se convirtió en algo nuevo y emocionante. No me he arrepentido y no creo hacerlo nunca. Sin embargo, estar separada de la gente que amo siempre fue algo triste, pero allí estaba él haciéndome saber por lo que estaba allí y por lo que debía quedarme.

   Con las piernas en lo alto y abiertas hasta más no poder agradezco lo que pasó y lo que no.

—¿Te duele mucho?—Pregunta Lana a mi lado mientras sostiene mi mano.

—Como no te imaginas— Hago una mueca retorciéndome sobre el colchón. 

   Lana, ya a sus veintidós años, es una hermosa morena de cabello negro largo y rizado de huesos anchos y mirada dulce. Toda una mujer. Es nostálgico pensar en esa chica de apenas dieciocho años que me daba esas palabras tan motivadoras y esas platicas tan divertidas. El tiempo pasa y las grietas que deja este se hacen notorias cada día.

—¿Estas segura que quieres tener el parto en casa?— Interviene Anne entrando en la habitación junto a Kelly.

   Las alocadas hermanas Barnes, Anne y Kelly, las conocí hace dos años y dos meses después de nuestra llegada a Ansterdam. Desde el momento que se aparecieron en el salón de casa supe que seriamos buenas amigas y no me equivoque. Junto a sus maridos nos ayudaron a isntalarnos y a hacernos sentir, a Massimo y a mí, como en casa, no creo que pudiéramos habermernos acostumbrado si no los hubiéramos conocido.

   Es maravilloso verlo tan desenvuelto en conversaciones relajadas y amistosas. 

—¡Anne!— Exclama Kelly— ¡Déjala! Vas a ver que si va a poder hacerlo.

—¡Oh Dios!— Grito al sentir una nueva contracción.

—Tú a penas pudiste— Masculla Anne mirando a su hermana.

—No creo que pueda hacerlo—Susurro llevando mis manos a mi prominente estomago. Esta hecho una pelota inmensa. 

   Mis labios tiemblan ligeramente y mis ojos empiezan a empañarse.

—Gae, vas a lograrlo—Dice animadamente Lana a mi lado— ¿Crees que vine desde Londres a verte echarte para atrás? ¡Claro que no! Los chicos, papá y mamá estarán orgullosos de ti.

   Desplazo mis ojos por la habitación observando las miradas de apoyo y comprensión de las tres, Lana, Anne y Kelly, mientras estas últimas trastabillean con toallas y tazas de té.  ¿Están de broma? , pienso al verlas sorbiendo de las tacitas.

—¡Maldición!

   No creo haber chillado y gritado más que en estos minutos que han transcurrido. Kelly sigue dándome ánimos mientras Lana y Anne toman mis manos, una cada una.

   Lana me da un apretón antes de separarse e ir a abrir la puerta.

   Espero que sea un doctor, pienso dejando mi cabeza sobre la almohada.

—¡Hola, Massimo!—Saluda alegremente Lana al abrir la puerta de madera oscura.

—La he oído gritar ¿Esta bien? ¿Puedo verla?

Adicta a tiWhere stories live. Discover now